Olatz Barriuso-El Correo
- El PNV pone pie en pared ante la voracidad tributaria de las izquierdas en Madrid pero las corteja en Euskadi. Tiene explicación
Conviene prestar atención a las explicaciones que dio ayer Aitor Esteban para argumentar su enfado ante la «frivolidad» negociadora de PSOE y Sumar: lo que acaban de acordar en Madrid los partidos que sostienen a Pedro Sánchez, lamentó el portavoz parlamentario del PNV, no es una reforma fiscal, sino una «mezcolanza» ideológica de compleja digestión. En cambio, añadió, lo que PNV y PSE han acordado en las tres Diputaciones vascas sí es una revisión tributaria seria. Empecemos por la pregunta elemental: ¿por qué el PNV se enfada ante la voracidad impositiva de las izquierdas en Madrid y, sin embargo, busca abiertamente su apoyo para sacar adelante los retoques fiscales pactados con sus socios del PSE en Euskadi?
La respuesta corta es igualmente elemental: porque en Álava y Gipuzkoa jeltzales y socialistas, que no suman mayoría, necesitan de un tercer socio para sacar adelante tanto los Presupuestos forales como las nuevas medidas fiscales y en el Congreso de los Diputados es Pedro Sánchez el que les necesita a ellos.
Pero hay una segunda razón, más de fondo, que un alto cargo jeltzale compara, jocosamente, con rusos y estadounidenses guerreando en Afganistán: la «externalización» a Madrid del enfrentamiento político e ideológico entre nacionalistas vascos (PNV y Bildu, que sin embargo en Euskadi se tienden la mano cada cinco minutos) y catalanes (Junts y Esquerra), todos ellos potenciales aliados de Moncloa en la inexistente, por incoherente, mayoría de la investidura. Ni Sabin Etxea ni Puigdemont, por un lado, ni la izquierda abertzale ni los republicanos catalanes, por otro, miran a Sánchez ni a Yolanda Díaz cuando se enzarzan por el impuesto a las energéticas o a la banca. Miran, claro, a su potencial electorado.
Sánchez y Díaz lo tienen crudo, sobre todo si insisten en los anzuelos para atraer al votante ‘antirricos’
Hay otra frase extremadamente elocuente de Esteban para explicar este galimatías, al hilo del impuesto del 8% que se aplicaría a los seguros privados de salud en el improbable caso de que saliera adelante tal cual el acuerdo PSOE-Sumar, apoyado en este extremo por la coalición soberanista: «Lo que está transmitiendo Bildu con su enmienda a todos los titulares de pólizas del IMQ o de Lagun Aro es que les quiere subir la prima». Es decir, que Bildu ahoga un poco más a impuestos a gente que «no es rica» sino honrados vascos de a pie, algunos cooperativistas, otros con seguro médico por «tradición», y a la vez perjudica a Osakidetza, que ve aliviada su carga de pacientes gracias a la amplia penetración, individual o empresarial, de estas pólizas en Euskadi. Ya se sabe lo que se dice del votante tradicional jeltzale en Bizkaia: ‘del Athletic, del Igualatorio y de la Amatxu de Begoña’.
Este episodio, y la insistencia en concertar el impuesto a las energéticas para que las Haciendas vascas puedan «graduarlo» a su antojo, habla a las claras de a quién mira el PNV cuando hace política en Madrid, a quién mira Bildu y cómo de crudo lo tienen Sánchez y Díaz para conciliar esas posturas antagónicas en una mayoría viable, máxime si insisten en aprovechar los proyectos de ley (en este caso para aplicar el impuesto mínimo global a las multinacionales) como si fueran un cajón de sastre, un escaparate de fiscalidad espectáculo en el que caben todos los anzuelos posibles para el votante ‘antirricos’: yates, lamborghinis, pisos turísticos, rentistas…
En Euskadi, en cambio, jeltzales y socialistas han optado por una reforma ‘light’, mucho más pegada al terreno, que sea difícil de rechazar. La idea es que Bildu la apruebe sin mayores traumas, pero sus promotores deslizan que ni siquiera al PP debería disgustarle que se alivie a los que menos cobran y que se aprueben beneficios fiscales para los jóvenes que buscan su primera vivienda. Ciertamente, la mejor prueba de la elasticidad ideológica de esta revisión es que para sus impulsores es el colmo del progresismo, para ELA es el texto que harían suyo Josu Jon Imaz y los «lobbies» que concentran el poder económico y para Podemos, que sigue ahí aunque pocos se acuerden, es una propuesta debatible con la derecha, con el «centro» de Bildu, y con la verdadera izquierda, que, por supuesto, representan ellos. Que nadie se alarme: lo más probable es que salga adelante.