EL MUNDO – 18/03/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ
· El juez Ruz, como el cartero de Caín, ha llamado dos veces, aunque parece que a la puerta equivocada. O a la puerta correcta, pero con un requerimiento erróneo. Recordarán que la semana pasada exigió a la Agencia Tributaria que le remitiera un cálculo sobre los impuestos impagados por el Partido Popular en el año 2008.
La respuesta de Hacienda al juez titular –por el momento– del Juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional es que los partidos políticos son a efectos tributarios entidades sin ánimo de lucro y en tanto que tales no están obligadas a tributar por las donaciones anónimas que reciben.
Esto habría debido bastar para explicarle al juez Pablo Ruz la problemática, pero para abundar pedagógicamente en el asunto, ha comparado al PP con Cáritas y la Cruz Roja, oenegés que están dispensadas de pagar impuestos por las donaciones recibidas, en tanto que entidades sin ánimo de lucro. Y explicaban que si un empresario donara 400.000 euros de dinero negro a Cáritas y ese dinero fuese empleado en las actividades que le son propias, no habría delito fiscal, salvo el que pudiera estar detrás del dinero negro del donante.
Llegados a este punto, yo creo que la comparación es un poco exagerada. Le habría cumplido mejor equipararlo a la productora audiovisual Con Mano Izquierda, registrada como asociación cultural sin ánimo de lucro por Pablo Iglesias, a quien su antiguo socio acusa de haber recibido pagos en negro.
El asunto no termina ahí, aunque debería, no tributan y santas pascuas. Si los partidos no están obligados a tributar por haber recibido donaciones, según establecen las normas tributarias, no tributan y no se hable más. Sin embargo, la Agencia Tributaria remite al juez lo que con un encantador pleonasmo llama «simulaciones ficticias», en línea con el que popularizó el señor Cassamajó, aquel personaje de Sardá: «Es una broma humorística». Ahí sí veo yo un poco de intención en el responsable de la nota, al hacer dos cálculos sobre lo que correspondería pagar al PP por las donaciones después de haber sentado que no debe pagar nada.
En el primer supuesto ficticio computa como ingresos los 888.000 euros recibidos en 2008. Y, sin descontar ningún gasto deducible, calcula que habría de pagar 220.000 euros. En el segundo, incluyendo los gastos deducibles, la ficción se quedaría en 25.000. En el primer supuesto, los 220.000 euros de la simulada y falsa deuda tributaria, quedarían por encima de los 120.000 que marcan la frontera del delito fiscal.
Tal vez Pablo Ruz debería haber consultado a alguien de mucha confianza antes de ponerse campanudo. También el portavoz Hernando, un simulador ficticio como su homónimo del PP, debería tentarse la ropa antes de acusar al partido del Gobierno de haber defraudado a Hacienda 220.000 euros. Y si se considera que los partidos son entidades con ánimo de lucro, en euros contantes o en especies, cámbiese la ley sin tanto aspaviento, tanta ficción y tanta vaina, que bastante tenemos con los hechos reales.
EL MUNDO – 18/03/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ