JOSÉ M. DE AREILZA-ABC

  • Los dos principales candidatos a la Casa Blanca, Trump y DeSantis, no están dispuestos a mantener la alianza con Ucrania

Vladímir Putin espera que los países aliados se cansen de apoyar a Ucrania, mientras se compara con el zar Pedro el Grande y sus más de veinte años de guerra contra Suecia. La fatiga occidental podría venir de los Gobiernos de Alemania, Francia e Italia. El cálculo compartido sería que la derrota de Putin dejaría paso a un dictador todavía peor y una Rusia mucho más inestable. El coste económico de la guerra para el continente europeo también pesa. Pero al otro lado del Atlántico hay señales asimismo preocupantes.

Los dos principales candidatos republicanos a la Casa Blanca, Donald Trump y Ron DeSantis, no están dispuestos a mantener la alianza con Ucrania. De Trump se puede esperar casi cualquier cosa en política internacional, que aborda como un alocado juego de suma cero e improvisadas negociaciones cargadas de testosterona. El magnate neoyorquino ha confesado su admiración por Putin, Xi Jinping y otros «hombres fuertes» en boga, atraído por sus liderazgos autoritarios y supuestamente eficaces.

DeSantis, sin embargo, es mucho más racional y calculador. Entiende que los militantes republicanos, decisivos en las primarias, no perciben a Rusia como una gran amenaza. La mitad de ellos no quieren que el Gobierno envíe más armas a Kiev y piensan que Joe Biden está haciendo demasiado por el país invadido. Así que el gobernador de Florida califica esta guerra como «una disputa territorial», como si fuera un problema ajeno a los intereses de su país.

Por su parte, los demócratas han cerrado filas junto a su presidente, que acumula una gran experiencia en asuntos internacionales en sus más de cincuenta años de servicio público. La alianza sin límites entre China y Rusia, formalizada tres semanas antes de la invasión de Ucrania, hace que si Moscú pierde esta guerra el régimen de Pekín quede debilitado. A diferencia de muchos dirigentes europeos, Biden piensa que debe frenar a la vez a ambas potencias asiáticas, más interdependientes que nunca. Es muy posible que se presente a la reelección, a pesar de su avanzada edad. Su segundo mandato pondría a prueba la mirada a largo plazo del zar Putin.