Mayte Alcaraz-El Debate

  • Es el quinto delegado del Gobierno que nombra Moncloa desde que llegó Ayuso al poder

Pacíficas. Muy pacíficas. Con puntuales altercados. Así calificó Francisco Martín Aguirre (Madrid, 43 años), delegado del Gobierno en Madrid y por tanto jefe de las fuerzas y cuerpos de seguridad, las protestas propalestinas que dieron al traste con el final en la capital de la vuelta ciclista a España. Los sindicatos policiales, los antecedentes penales de los cabecillas y los 22 agentes heridos dicen todo lo contrario. Pero a nadie extraña que el brazo armado de Pedro Sánchez contra Díaz Ayuso aplaudiera una actuación perfectamente planificada en Moncloa, que el propio presidente bendijo desde Málaga horas antes del boicot del domingo y que se tradujo en una orden política clara: dejar hacer y no actuar contra los manifestantes.

Es el quinto delegado del Gobierno que nombra Moncloa desde que llegó Ayuso al poder. Sánchez inauguró este trasiego con Uribes, siguió con García Vera, continuó con José Manuel Franco (aquel que pidió retorcer el tema de las residencias para ir contra Ayuso), llegó a Mercedes González (directora de quita y pon de la Guardia Civil) hasta culminar con Martín, el más hostil con el PP. Un auténtico soldado monclovita en un territorio en el que Sánchez no gana ni al parchís. Este ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica ha sido director de Administración y Finanzas del PSOE, buscó financiación para las primarias del presidente en 2017 y desde la moción de censura pasó a formar parte del núcleo duro de Sánchez como director del Gabinete Técnico de la Secretaría general de la Presidencia -su implicación durante esa época en el nombramiento de Cristina Álvarez como asistente de Begoña Gómez le ha llevado a la imputación. Todo hasta su designación como delegado en Madrid en marzo de 2023.

De hecho, cuando Martín fue nombrado, lo primero que avanzó es que «mi misión es desplegar las políticas de Pedro Sánchez en Madrid». Para qué iba a disimular. Él entró en la carrera para quitarle el puesto a Juan Lobato y ser el candidato a la Comunidad por el PSOE. Pero se le ha adelantado Óscar López: Pedro le prefiere malquistando desde la Delegación contra Ayuso. Cómo olvidar aquel 2 de mayo cuando se estrenó Martín aplaudiendo que Félix Bolaños se colara en la fiesta regional a la que no había sido invitado. Entre sus «logros» más valorados por Su Sanchidad está haber sido el ejecutor de la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos.

Ejerce de todo menos de garante de la seguridad de los madrileños como exige su rango. Francisco Martín ocupa la que solo es ya la embajada sanchista en la calle Miguel Ángel. La institucionalidad ha sido arrasada por este Delegado, y de paso, la encomienda de dirigir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, asistir a los madrileños en materia de registros y trámites de la Administración General, autorizaciones o protección civil.

Desde que Martín dejara el corazón del sanchismo en Moncloa como secretario general de la Presidencia (2021-2023), en el que sustituyó a su amigo Félix Bolaños, el panorama en la capital es un campo de batalla. Su enfrentamiento contumaz con Isabel Díaz Ayuso y con el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, ha arrasado las buenas maneras, el decoro político y hasta la educación básica. No se han salvado del sectarismo ni el dispositivo de seguridad de la cumbre de la OTAN, ni la acogida de menores inmigrantes, ni el apagón, ni los continuos roces institucionales. Sin obviar que desde los Gobiernos del PP probablemente también se han cometido errores, es insostenible que el delegado del Gobierno no se hable con los otros dos cargos institucionales madrileños, que haya roto cualquier puente, y que haga campaña para derribarlos, con la anuencia del candidato y ministro sanchista Óscar López, con el que montó hace unos meses mascaradas alternativas para opacar la fiesta del 2 de mayo y dañar las celebraciones del pueblo de Madrid, paradójicamente su pueblo.

Entre sus cartas credenciales se halla haber afirmado que Bildu ha hecho más por los españoles que «todos los patrioteros de pulsera», llamado delincuente confeso al novio de Ayuso y últimamente puede presumir de haber sido imputado por malversación en el sumario instruido por el juez Peinado contra Begoña Gómez por la contratación de su asistente, Cristina Álvarez, causa por la que acaba de declarar, negando cualquier vínculo ya que él -recordó- fue nombrado tres años después de que firmara el contrato la asistenta de la cónyuge, que era pagada por todos pero se dedicaba a cuidar los negocios particulares de Gómez.

Solo cuando perfiles como el de este delegado fallido, más un comisario político que un alto cargo del Estado, desaparezcan de escena, la democracia podrá continuar. Su toxicidad emponzoña cualquier intento por reconducir la leal cohabitación entre instituciones dirigidas por políticos de distinto color, que funcionó siempre desde que Madrid se constituyó en Autonomía. Hasta que llegó Martín a quebrarlo todo en nombre del régimen de Sánchez, al que sirve por encima de todo. Lo último, haberse frotado las manos con una manifestación contra Ayuso en Alcalá de Henares hace unos días que, para su disgusto, fracasó.

Ya se lo dijo Koldo a Santos Cerdán en las conversaciones que se hicieron públicas hace unos meses: «Ah, por cierto -le advirtió en 2022 el lugarteniente de Ábalos al hoy vecino de Soto del Real- ten cuidado con Fran en Moncloa. Me han comentado que es un hijo de p… con patas». Y Santos le contestó: «Ya lo sé».