ABC 07/03/17
· Las cuatro potencias europeas se unen en Versalles para impulsar una mayor integración que dé respuesta a riesgos como el populismo o el nacionalismo
Versalles consagró ayer la doble velocidad en el proyecto de integración de la Unión Europea. Las cuatro principales potencias, sin el Reino Unido, se reunieron ayer en esta ciudad francesa para escenificar su unidad y fortaleza en plena encrucijada europea tras el Brexit. François Hollande, Angela Merkel, Mariano Rajoy y Paolo Gentiloni se mostraron partidarios de impulsar velocidades diferentes en la integración en la UE, para que aquellos países que quieran hacer más y llegar más lejos puedan hacerlo. Su intención es que esta propuesta se haga realidad a partir del Consejo Europeo de Roma del 25 de marzo, en el que se conmemorará el 60 aniversario de los Tratados.
Paolo Gentiloni ITALIA «Es justo y normal que los países tengan ambiciones distintas y haya distintos niveles de integración» «Éxito» de la UE Rajoy subrayó que la UE es un éxito y debe dar la batalla contra los escépticos Angela Merkel ALEMANIA «Debemos tener el valor de aceptar que algunos países puedan avanzar más rápido que otros en Europa»
Hollande quería dar la máxima solemnidad a esta cumbre informal y eligió un lugar tan emblemático en Europa como el Palacio de Versalles para que se celebrara. «Hace un siglo, las naciones europeas salían de la Primera Guerra Mundial y se reunían aquí. Aspiraban a la paz, la unidad europea parecía una utopía y la reconciliación francoalemana, un sueño inaccesible», recordó el presidente francés. De hecho, el espíritu revanchista llegó a la Segunda Guerra Mundial. Esos son los precedentes sangrientos de los Tratados de Roma, que dieron pie al mayor periodo de paz y progreso en Europa, como recordaron todos.
Elecciones francesas
Cien años después de aquella cita que evocaba Hollande, Francia y Alemania, junto a España e Italia, exhibieron su alianza para ir mucho más lejos en la integración europea, ante las dudas que algunos quieren imponer, desde dentro y desde fuera de sus fronteras. Y eso sucede en un momento en el que en Francia se enfrenta a unas elecciones el mes que viene, en las que existe la posibilidad de que se impongan los antieuropeístas de Le Pen.
De los cuatro mandatarios que comparecieron para hacer una declaración de unidad y fortaleza, el presidente que podía presumir de tener un liderazgo más consolidado y estable en su país es Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno de España se pronunció de forma nítida, por primera vez, a favor de esa doble velocidad europea que empezaron impulsando Francia y Alemania. «España está dispuesta a ir más allá en la integración con todos aquellos países que quieran seguir con la integración», afirmó Rajoy.
Reformas «duras»
El presidente español mostró su preferencia, sin ninguna duda, a avanzar hacia «más y mejor» Europa. «Debemos mirar más lejos». En ese camino, ve imprescindible profundizar en la coordinación de las políticas económicas, para lograr más competitividad, aunque eso, advirtió, «exija reformas estructurales por duras que puedan ser». Rajoy quiere llegar a la unión fiscal y a unos presupuestos europeos, sin olvidar los pasos hacia la unión política.
Pero el que defiende con más fervor esa Europa de dos velocidades es sin duda el presidente francés. Hollande cree que las cuatro potencias que se reunieron ayer en Versalles deben «marcar el rumbo», no para imponerlo, sino para lograr más fuerza al servicio de Europa ante los desafíos que tiene por delante, como el populismo y el nacionalismo. En esta situación de incertidumbre, advirtió, no vale el inmovilismo ni quedarse a la espera de nada. «El statu quo no puede ser la decisión». Renunciar a ir más lejos sería una «regresión». Hollande resumió su postura así: «Unidad no es uniformidad».
Y si es necesario ese impulso en la integración es, según Hollande, porque solo así se podrá avanzar en la protección y la seguridad, la lucha contra el terrorismo, la política de inmigración, el crecimiento económico y también la defensa de los valores europeos. Este último punto no es el menor, pues todos destacaron que la UE es el mejor marco para la democracia, la libertad, los derechos, la solidaridad, y así debe seguir siendo pese a los riesgos que existen. «Frente al populismo y al nacionalismo, debemos demostrar que tenemos impulso y capacidad para definir el futuro de Europa», advirtió.
Junto a Hollande, Merkel incidió en la necesidad de seguir adelante con la construcción europea. «Tenemos que seguir adelante, si nos detenemos, toda la construcción podría caerse», alertó. Por eso, la canciller alemana también cree necesario tener «el valor de aceptar que algunos países pueden avanzar más rápido que otros». Esa «cooperación diferenciada» estaría abierta a los que se queden rezagados. «Pero necesitamos avanzar», para afrontar retos como el desempleo, la defensa o el Brexit.
La canciller no olvidó un mensaje sobre las identidades regionales. «Hay que preservarlas», porque forman parte de los valores de la Unión Europea.
El líder italiano, el último en llegar
a este «club» europeo, tras la dimisión de Renzi, exhibió su europeísmo como el que más, pese al «momento difícil» que atraviesa la UE. «Este proyecto debe y tiene que ser impulsado», afirmó. Gentiloni cree que si no existiese la Unión, todos sentirían su falta a lo largo y ancho del continente. Gentiloni puso más el acento en la «Europa social», imprescindible para que los más desfavorecidos la vean como una oportunidad, y no como un peligro.
Distintas ambiciones
«Es normal que haya diversos niveles de integración. Es justo y normal que los países tengan ambiciones distintas, dentro de un proyecto común», defendió. Gentiloni tuvo otro mensaje contra los populistas, al advertir que él no cree «en los vendedores de sueños, que proponen soluciones milagrosas para asuntos como la inmigración». La cooperación con los países de origen forma parte ya de la política de inmigración en la UE.
Los líderes europeos volverán a verse este jueves en el Consejo Europeo en Bruselas, previo al del 25 de marzo que se celebrará en Roma, con una reunión entre los 27, sin Reino Unido.