EL CORREO 17/12/13
· Oier Gómez, el presunto autor, intentó agredir con una silla a la jueza Le Vert el mes pasado, en una diligencia en su despacho de París
La justicia francesa ha reconstruido los últimos disparos de la historia de ETA, que en abril de 2011 hirieron de gravedad a un gendarme en el centro del país. La reproducción judicial confirma la voluntad homicida del agresor que se trasladó desde la plaza del copiloto al asiento trasero para apuntar y tirar a matar a sus perseguidores. Oier Gómez Mielgo, el presunto autor de aquella, que ha demostrado un temperamento vehemente desde su detención, intentó agredir con una silla a la jueza instructora Laurence Le Vert el pasado mes de noviembre en una comparecencia previa en la que le comunicó su negativa a participar en la reconstrucción de los hechos.
Los tiroteos se produjeron entre el alto el fuego de enero de 2011 y el ‘cese definitivo’ de octubre de ese año
Los dos últimos tiroteos en la historia de ETA contra las fuerzas de seguridad se produjeron el 9 de abril en la región francesa de Limusín. Dos años y medio después, el pasado 27 de noviembre, las autoridades galas reconstruyeron el doble episodio en el marco de la instrucción del caso bajo la dirección en persona de los jueces antiterroristas Laurence Le Vert y Christophe Teissier.
En la diligencia, que duró toda la jornada, participaron los cuatro gendarmes implicados, incluido el agente herido en un hombro, y los dos vehículos del cuerpo militar que recibieron impactos de bala en la carrocería. Pero no lo hicieron Gómez Mielgo ni Itziar Moreno Martínez, la activista que lo acompañaba, que también se negó a aportar su versión sobre el terreno. Dos gendarmes desempeñaron el papel de la pareja de etarras.
La reconstrucción comenzó a las nueve de la mañana en Vallière, localidad del departamento de Creuse a mitad de camino entre Limoges y Clermont-Ferrand, donde dos gendarmes de la brigada local habían montado aquella tarde un control de carretera. La comitiva judicial se desplazó posteriormente medio centenar de kilómetros hasta Meymac, municipio del departamento de Corrèze en el que se había registrado una hora después el segundo tiroteo con los fugitivos a bordo de un utilitario conducido por la mujer.
Según las declaraciones de los testigos y las constataciones periciales, en ambos casos el copiloto se desplazó al asiento trasero, se puso de rodillas, sacó el brazo por la ventanilla del lado izquierdo, apuntó con una pistola y disparó en dirección a los gendarmes. En Vallière una bala fue a alojarse en el hombro izquierdo, no lejos de la carótida, del gendarme Olivier Bonjean, que conducía el coche patrulla y cesó la persecución al ser herido. Gómez y Moreno fueron finalmente detenidos al día siguiente en Crozes, otro pueblo de la región.
El examen de las trayectorias por un especialista en balística evidenció que los disparos fueron efectuados en posición de tiro de manera deliberada a dar a los perseguidores en órganos vitales. La comprobación ratificó el cargo de tentativas de homicidios voluntarios contra militares de la Gendarmería Nacional imputado a los dos etarras, punible con hasta cadena perpetua revisable.
Graves e incomprensibles
Aquellos tiroteos se produjeron entre la declaración de alto el fuego «general y verificable» de enero de 2011 y el anuncio de cese «definitivo» de la actividad armada en octubre de ese año. La izquierda abertzale los consideró sumamente graves por incomprensibles, inaceptables e incompatibles con el giro hacia las vías pacíficas. ETA se limitó a señalar que los enfrentamientos fueron en contra de su voluntad y a endosar la responsabilidad a los gobiernos de España y Francia por su hostigamiento.
La explicación reside en parte en el temperamento vehemente de Oier Gómez, reflejado en un insólito incidente registrado a mediados de noviembre en el despacho de la juez Laurence Le Vert. Durante una notificación de informes sumariales, agarró una silla y la lanzó contra la mesa de la magistrada sin alcanzarla. El impacto disparó las alarmas de los jugados antiterroristas de París con el consiguiente revuelo. La comparecencia continuó con el procesado esposado de pie sin querer sentarse. Enfermo de cáncer, durante este año ha recibido quimioterapia para tratar un linfoma de Hodgkin del que convalece en la cárcel francesa de Meaux.