Tonia Etxarri-El Correo
Si nos acogemos al rigor de la historia, habrá que reconocer que el presidente Sánchez, en su afán por desenterrar los recuerdos de la etapa siniestra del dictador que tuvo sometida a España durante más de 40 años, se ha marcado un adelanto considerable. De meses y años. Porque en un día como el de ayer, cincuenta años atrás, el franquismo seguía en pleno ejercicio de su poder hasta el fallecimiento de Franco, el 20-N, por causas naturales. Pero el presidente ha decidido tenernos entretenidos con más de un centenar de actos durante todo este año. A ver si, con suerte, no hablamos de otra cosa. Unos fastos que dividen a los ciudadanos en dos bandos y desvían el foco de la verdadera fecha de la celebración de la democracia: 2028, cuando se cumpla el cincuentenario de la Constitución que dejó atrás los enfrentamientos de la Guerra Civil y fue el salvoconducto hacia la democracia, sin violencia, sin rencores ni venganza. Como sostienen los firmantes del documento ‘Manifiesto contra Franco’, «los españoles ya estamos reconciliados».
Pero el presidente, con este calendario, busca otra cosa: remover el pasado para movilizar el presente. Agitando el miedo al regreso de una dictadura (hemos visto dictaduras de derechas y de izquierdas, pero él solo se refiere a las derechas) intentando repartir el carné de demócrata por encima de las ideologías pero situando en la diana a quien no le sigue el compás, que a eso no se acostumbra el inquilino de La Moncloa. Sin Presupuestos, porque la mayoría parlamentaria hace aguas, las encuestas no le son propicias y cercado por la Justicia. Así está el presidente. Por eso necesita movilizar a la izquierda hurgando en la memoria de hace cincuenta años para volver a polarizar a la sociedad.
Quienes, en los años 70, ya estábamos moviéndonos en los ambientes políticos y universitarios, conocemos perfectamente el déficit democrático que teníamos que soportar en la dictadura franquista. Y recordamos quiénes lucharon contra el autoritarismo. Y quiénes no estaban ni se les esperaba. Así es que, posiblemente, la saturación de estos fastos, por necesidad de Pedro Sánchez, podría provocar efectos indeseables en ese bucle de la memoria revanchista.
A pesar de las trampas, la prensa libre seguirá hablando de Ábalos y Koldo, de Aldama y el fiscal general del Estado, de la esposa del presidente y del resto de imputados. Y algunos jueces seguirán preguntando por la visita de Delcy Rodríguez mientras Edmundo González, presidente electo de Venezuela denuncia que han secuestrado a su yerno y el Gobierno español se ha puesto a mirar a Franco. Con la propaganda enfocada hacia una dictadura que finalizó hace 50 años mientras desatiende la oposición a dictaduras actuales como la de Venezuela. Hoy Franco está en Venezuela y el Gobierno de España, que acogió al vencedor de las elecciones por «razones humanitarias», no ha movido un dedo por que Europa reconozca su condición. Ni se ha inmutado ante los constantes atropellos del régimen de Maduro contra ciudadanos opositores que ya se atreve a denunciar hasta el propio expresidente colombiano Gustavo Petro. Hoy, la concentración de venezolanos frente al Arriaga, a las 18 h. en Bilbao, estará encabezada por una delegación del PNV, sin la plana mayor. Un día antes de que González Urrutia intente tomar posesión de su cargo. Democracia o dictadura en Venezuela. Ese es el debate de actualidad del que rehúye el Gobierno.