Juan Carlos Viloria-El Correo
- Cuando no se tienen soluciones para la sociedad se culpabiliza a las grandes empresas
Los fastos del 50 aniversario del fallecimiento de Franco podrían cohesionar la constelación Frankenstein pero, sobre todo, cimentará el muro entre las dos Españas y excitará la polarización social. En el fondo hay un latente deseo de que la España que no celebre el aniversario quede identificada como franquista frente al bando progresista. Y, peor aún, una parte de la derecha entrará al señuelo y reivindicará el muñequito de Franco y se confirmará la profecía autocumplida de la Moncloa. Y, en medio, Felipe VI en relaciones tirantes con Moncloa desde que, ante el deterioro institucional provocado por el sanchismo, ha decidido ejercer sus poderes de autoridad moral en sus viajes a Valencia y el mensaje de Navidad.
Pobre 2024. Para la portada de personaje del año, hay un montón de candidatos, desde Aldama, Koldo, Ábalos, Peinado, Álvaro García Ortiz, Begoña Gómez, Nadal hasta Errejón. Yo me inclino por un ejecutivo con una de las mejores cabezas del país. Alguien creíble, capaz de sustraerse al efecto centrifugador del poder político. Me refiero a Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, una de las empresas que más empleo y riqueza crean en España. Con la lucidez suficiente como para decirle al sanchismo que el debate no puede ser el salario mínimo, sino que los jóvenes tienen que ganar sueldos que les permitan comprar una casa; que en temas medioambientales hay que abandonar la ideología y centrarnos en la tecnología. Que el coche eléctrico es una alternativa, no la alternativa. Y que vivimos tiempos de populismo y demagogia porque cuando no se tienen soluciones para la sociedad se culpabiliza a las grandes empresas. Personaje del año, sin duda.