El Gobierno de España ha dado un paso importante hacia la destrucción de aquello que le correspondía proteger y defender, vale decir el estado. No hay una sola institución del sistema democrático que no haya sido envilecida por el presidente, sus socios y sus cómplices. Ya iba tocando la educación. No debemos extrañarnos de que haya vuelto a cobrar un papel fundamental la figura de fray Bartolomé de las Casas y su obra ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’. Brevísima, pero errada, viene a señalar María Elvira Roca Barea en su libro ‘Imperiofobia y leyenda negra’, que señala el género propagandístico al que pertenece la obra de Las Casas. El fraile dominico y efímero obispo de Chiapas, era, para entendernos, un Noam Chomsky avant la lettre. El papel de Chomsky contra el capitalismo y la política exterior de EEUU es equivalente al desarrollado varios siglos antes por Bartolomé de las Casas contra España, poniendo las bases de la leyenda negra.
Faltaba un Ejecutivo como el que encabeza Pedro Sánchez para incorporar esta leyenda a su filosofía de Gobierno. Olga Rodríguez San Martín ha desarrollado con acierto analítico y buen pulso narrativo algunos de los disparates que están inoculando en las tiernas cabezas de nuestros escolares. Valga como ejemplo la descalificación por machistas de algunos de los filósofos más relevantes de la historia, desde Aristóteles y Platón hasta Ortega y Gasset.
Naturalmente, la historia que administra la ministra de Educación más iletrada de nuestra historia, tenía que hacer un hueco a fray Bartolomé. Libro de texto de Filosofía de 1º de Bachillerato, editorial Santillana: “¿Somos responsables?” se pregunta un despiece admirable que termina preguntando a los escolares si creen que el Estado español debe asumir alguna responsabilidad por aquellos hechos.
El Gobierno español quiere educar a nuestros hijos como le gustaría hacerlo a Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. Hace unas pocas semanas, López condenó la invasión de Ucrania: “Nosotros hemos padecido invasiones. Nos invadieron los españoles” Agustín de Foxá daba una conferencia en México cuando una asistente lo interpeló por las atrocidades cometidas por sus antepasados españoles durante la invasión. “Serían los suyos, señora”, replicó Foxá, “que los míos no salieron de España”. López y Obrador no son apellidos de mucha raigambre azteca.
La población indígena fue diezmada principalmente por los aztecas, nativos muy bárbaros aficionados a los sacrificios humanos, que extraían a sus víctimas el corazón con cuchillos de obsidiana. Sacrificaban entre 20.000 y 30.000 personas al año. Los 500 guerreros de Hernán Cortés nada habrían podido contra decenas de miles de aztecas. Por eso, los españoles fueron seguidos y apoyados con decisión por tlaxtaltecas, totonacas y otros indígenas que habían sido previamente víctimas de la ferocidad de los aztecas. Sostiene el historiador Philip W. Powell, subrayado por Roca Barea, que la conquista fue una obra de alta diplomacia, no de una guerra de exterminio. Pero ¿quién es Roca Barea frente a Ione Belarra e Irene Montero?