Luis Ventoso-ABC

Las dramáticas cifras españolas atienden a una penosa falta de previsión

A España le toca apretar los dientes dos semanas, soportando cifras espeluznantes de muertos y con colapsos en sus urgencias. Muchas familias llorarán de por vida esta epidemia. Pero después la curva empezará a bajar y a comienzos de junio enfilaremos la normalidad. Hay que sobrellevar un par de meses tremendos y llegará la primera luz. Por eso es crucial mantener la economía lo más abierta posible, en la medida que la defensa de la salud de las personas lo permita. La epidemia pasará, pero si el país perdiese más del 5% de su PIB, como ya calculan algunos, nos vapulearía una plaga de desempleo y pobreza que puede acogotar nuestras vidas dos o tres de años. Peleamos en dos

frentes: salud y economía.

Algunos titulares sobrecogen: España supera los muertos de China. Dudo del dato, por la elástica relación del régimen autoritario chino con la verdad. Pero aún así existen hechos demoledores. Somos un país de 47 millones de habitantes con 3.434 muertos, el triple que Francia, con casi 20 millones de habitantes más. Alemania, con 83 millones de germanos, registra 181 muertes (y allí se dio el primer contagio en Europa). Corea del Sur: 126 fallecidos con 51 millones de surcoreanos. ¿Cuál es la explicación del anómalo y brutal dato español? Ayer se lo preguntaron a Salvador Illa, el filósofo al frente de Sanidad. Su respuesta fue la misma que podría dar mi tía Matilde: «Estamos en una semana muy complicada. En cuanto a la explicación, me remito al equipo técnico. Pueden ser múltiples». Illa y yo compartimos idéntico dominio de la materia sanitaria: ninguno. Lo colocaron en un ministerio sin atribuciones solo para la diplomacia con ERC.

España bate récords de muertos por cuatro motivos: 1.- Es uno de los países que recibe más turistas foráneos, lo que facilitó la importación del virus. 2.-Vivimos en la calle y somos de charla y contacto físico. 3.-La sanidad está transferida, y faltó coordinación y material protector. 4.-Y lo más relevante: el Gobierno de Sánchez se inhibió, centrado en su catecismo «progresista», y dejó barra libre al Covid-19. Bérgamo, en Lombardía, es la zona cero de la tragedia italiana, con los camiones militares sacando muertos. Su alcalde ha reconocido que el partido Atalanta-Valencia, disputado en el San Siro de Milán el 19 de febrero, con 45.700 asistentes, fue «una bomba biológica». Según la OMS, «un acelerador de la epidemia». Nuestro Gobierno fue todavía más negligente. El 2 de marzo, ya con 119 casos en España y 32 en Madrid, se permitió un Madrid-Barça con 80.000 personas en el Bernabéu. El 7 de marzo hubo un partido en el Wanda madrileño con 60.000. El 8-M, con 589 contagiados en España (202 en Madrid y 102 en el País Vasco) se jalean desde el Gobierno las masivas manifestaciones feministas en varias capitales. Un disparate.

Ojalá Irene Montero y Carmen Calvo, primera línea de pancarta el 8-M, se recuperen pronto del coronavirus. Pero políticamente es imperdonable cómo antepusieron sus fijaciones sectarias a la salud de sus compatriotas.