Recordábamos el otro día aquel manual para progresistas que publicó en 2007 George Lakoff, donde advertía a los suyos de la inconveniencia de someterse al marco mental que les definen sus enemigos. ‘No pienses en un elefante’, se titulaba. Sobra decir que el elefante es el símbolo del Partido Republicano, como el burro del Partido Demócrata en EEUU. Y es que si piensas en un elefante ya no puedes deshacerte de su imagen, tan característica: su masa corporal, su trompa, sus colmillos y sus orejas se te clavarán en el subconsciente. Algo de esto le pasaba a Ava Gardner en Mogambo, cuando ve a tres elefantes barritando trompa en alto a la orilla del río por el que navega junto a Clark Gable y mirando al galán, dice con sorna; “¿A quién me recuerdan esas orejotas?”

Y cuenta Lakoff en su libro como ejemplo del marco inadecuado la intervención de Nixon en la rueda de prensa que dio por el caso Watergate. “No soy un chorizo”, dijo y asentó  en todo el mundo  precisamente la imagen que quería desterrar. Eso mismo le pasó a Pedro Sánchez en el famoso cara a cara que mantuvo con Núñez Feijóo. Dijo: “No soy un mentiroso” y asentó en la imaginación del público la idea de que eso era exactamente lo que le correspondía. Nadie ha habido tan mentiroso como Pedro Sánchez en las alturas del Estado y en todos los momentos importantes de su vida. Mintió su preparación académica al plagiar por manos vicarias su tesis doctoral y dijo el 1 de junio de 2018 desde la tribuna del Congreso al portavoz del PP: «Lo que no hay en Europa, señor Hernando, son Gobiernos dirigidos por partidos sentenciados por la justicia», «Lo que hay en Europa son Gobiernos, como en Alemania, en los que, por ejemplo, personas que han desempeñado responsabilidades ministeriales y a las se les ha descubierto que han plagiado una tesis lo que han hecho ha sido dimitir». Era su discurso en la moción de censura contra Rajoy y empalmó en él dos mentiras capitales: además de ponderar la honestidad dimisionaria de los plagiarios alemanes, mintió al referirse al PP como ‘partido sentenciado por la justicia’. La sentencia del juez José Ricardo de Prada era ful y como tal la anuló el Tribunal Supremo en octubre de 2020: “no es dable afirmar que el Partido Popular delinquiera , cuando no ha sido enjuiciado por responsabilidad penal en este proceso”.

Mentira para hacerse doctor, mentira para desbancar a Rajoy de la Presidencia. Mentiras en las relaciones internacionales, ahí está ese turbio asunto de Marruecos y de esa presunta carta que nuestro presidente del Gobierno envió a Mohamed VI, filtrada por éste y cuya autoría admitió Sánchez. En realidad se la había escrito el rey alauita a sí mismo. Hay otra mentira, la que le llevó a ocultar a Portugal que la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez había cruzado el espacio aéreo portugués a la altura de Lisboa, pese a tener prohibida la entrada en el espacio Schengen. Delcy y sus compañeros de lista “son responsables de violaciones de los derechos humanos y de socavar la democracia y el Estado de derecho en Venezuela», dijo la UE. La llegada de Sánchez a la Presidencia de turno de la Unión ha permitido que Delcy entre en territorio de la Unión como si fuera una persona honorable. Será inútil preguntarle qué se hizo de las 40 maletas que Delcy dejó en Barajas, pero el lunes vimos al presidente de la Unión besar a la número 2 de Maduro, aunque no fue con lengua. Fueron dos besos castos, secos, en las mejillas.