- Existen otras alternativas igualmente democráticas. Por ejemplo, atender a la voluntad del constituyente cuando redactó el artículo 122.3 de la Carta Magna: 12 vocales elegidos por los jueces, 4 por el Congreso y 4 por el Senado
Ninguna consideración de oportunidad o conveniencia borra el núcleo del problema: los jueces seguirán sin participar en la elección del gobierno de los jueces, y no existe ninguna garantía de que las reformas legislativas previstas en el pacto vayan a cambiar esto. Para los que han olvidado en un solo día su vieja reivindicación, el criterio democrático (tanto de la UE como del Consejo de Europa a través de su órgano ‘Grupo de Estados contra la Corrupción’) es contrario al sistema de elección vigente en España desde 1985. Al menos la mitad de los vocales del CGPJ deberían ser elegidos por los propios jueces para cumplir con el estándar democrático europeo. Al menos. Por lo tanto, existen otras alternativas igualmente democráticas. Por ejemplo, atender a la voluntad del constituyente cuando redactó el artículo 122.3 de la Carta Magna: 12 vocales elegidos por los jueces, 4 por el Congreso y 4 por el Senado.
Acudan al citado artículo y fíjense en la preposición «entre». Permitió al TC avalar la cacicada de 1985 valiéndose de un literalismo que hoy no soporta la interpretación cabal, la que imponen los pronunciamientos de la UE y el Consejo de Europa. El CGPJ decide la carrera de los jueces y magistrados, sus destinos, sus sanciones, sus ascensos y nombramientos. Si la composición de ese órgano resulta de un pacto entre partidos, la corrupción está servida, y es una corrupción estructural. La intervención de mediador y la escenificación en Bruselas dotarían, según parecen creer los firmantes, de un plus de legitimidad al cambalache, tan alabado pese a perpetuar la anomalía. Esto se ve de otra manera a la luz de ciertos factores y condicionantes, como la inminente cesantía en el cargo de la comisaria Jourová. Sin olvidar estas deplorables circunstancias: el acuerdo se alcanza bajo amenaza dictatorial de Pedro Sánchez y bajo la presión de otro pacto de mayor envergadura, el de socialistas, populares y liberales para reeditar la desastrosa presidencia de Ursula von der Leyen.
¿Mal menor? Con ese expediente se despacha cualquier rendición. ¿O no hay tal? Fuera máscaras. Nunca quisieron la elección por jueces del gobierno de los jueces, ni atenerse a las normas anticorrupción del ‘Greco’, del Comité de Ministros del Consejo de Europa y de la propia Unión Europea. Les parece virtuoso per se ser ellos los que designen a la mitad de los vocales, como si tal atribución fuera garantía de limpieza. ¿Y aparecer como doblegados por las amenazas de Sánchez? Ya venderán su relato. Si todo esto no hubiera sido una impúdica mascarada, habrían hecho valer su fuerza dentro del Grupo del Partido Popular Europeo. Bastaba con condicionar la elección de Von der Leyen al compromiso real (no a promesas) de los socialistas con un CGPJ sin dependencias partidarias. Si no lo han hecho es porque no quieren, porque ya están satisfechos nombrando a medio CGPJ. Pulcritud no es que el PP administre media tarta en los órganos constitucionales. Pulcritud es que los partidos no tengan ninguna tarta.