En el último cuarto de siglo, en España, los únicos etarras que han logrado darse a la fuga son los que se han aprovechado de los errores judiciales. Sebastián Etxaniz huyó por una de esas excarcelaciones s equivocadas en 1995, el mismo año en que se fugaron tres miembros del ‘comando Matalak’ porque los tribunales no fueron capaces de juzgarles una sola vez en cuatro años a pesar de que fueron pillados ‘in fraganti’ colocando una bomba.
Nadie a estas alturas sabe qué ha sido del fugitivo Iñaki de Juana Chaos. No se sabe si continúa en Irlanda sirviendo pintas bajo la protección de las redes del IRA o si lo que sirve son arepas en algún boliche de la Venezuela chavista. El antiguo miembro del ‘comando Madrid’ puso tierra por medio cuando un Juzgado de la Audiencia Nacional le abrió una nueva causa tras su puesta en libertad.
Esté donde esté, seguro que su paradero no preocupa a la mayor parte de los miembros de ETA, que no le tienen demasiada simpatía. José Antonio López Ruiz ‘Kubati’, envió desde la cárcel de Algeciras una carta a la dirección de ETA con advertencias sobre De Juana: «Cuidado con este tío, porque está lleno de odio, y ese odio está dirigido hacia algunos amigos, normalmente a los que son leales a la Organización. Pronto saldrá a la calle, por ello os remarco que andéis con cuidado con él». Kubati informaba que «la mayoría de las veces (De Juana) le hace críticas muy dolorosas a la Organización y también a algunos militantes (en su «punto de mira» estamos Mikel Antza, José Urrutikoetxea y yo)».
Tampoco debería ser preocupación de las víctimas el paradero del etarra teniendo en cuenta que la causa judicial abierta es muy débil y que es harto probable que termine en libertad. En esas condiciones mejor que viva al otro lado del mar que en San Sebastián, donde el riesgo de encontrarse por la calle con víctimas del terrorismo o personas amenazadas es muy alto.
Para algunos etarras el tiempo de la fuga se ha diferenciado poco del tiempo de prisión. Un miembro del ‘comando Matalak’, huido después de ser excarcelado por haber agotado sin juicio la máxima prisión preventiva, explicaba en una carta su poco azarosa vida tras la huida: «1995 nos ponen en libertad y huimos. 1995 a 1999 escondido en pisos. 1999-2000 asegurando el alojamiento de otros compañeros huidos, saliendo una hora cada dos días para hacer las compras. 2000-2003 en el sitio y la situación en la que me encuentro. En total, 12 años escondido y solamente en los dos últimos he podido tener visitas de familia. Esta situación acaba con cualquiera». Tan harto estaba que escribió esa carta a la dirección de ETA para pedir la baja en la banda terrorista.
Desde hace años ETA tiene un departamento específico, denominado BITA, que se dedica a preparar fugas de las cárceles. Los euros invertidos en esa estructura son el dinero más tontamente gastado por la banda etarra porque hasta ahora no ha conseguido organizar ni una sola huida. La última fuga de una cárcel tuvo lugar el 7 de julio de 1985 cuando Mikel Antza logró sacar de Martutene a Iñaki Pikabea y Joseba Sarrionaindia.
En el último cuarto de siglo, en España, los únicos etarras que han logrado darse a la fuga son los que se han aprovechado de los errores judiciales. Sebastián Etxaniz huyó por una de esas excarcelaciones s equivocadas en 1995, el mismo año en que se fugaron tres miembros del ‘comando Matalak’ porque los tribunales no fueron capaces de juzgarles una sola vez en cuatro años a pesar de que fueron pillados ‘in fraganti’ colocando una bomba.
Fugarse, dicen, es la primera obligación de cada preso, pero no deberían contar para ello con la ayuda de los errores judiciales, como ha contado Antton Troitiño.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 21/4/2011