Jon Juaristi-ABC
- Vargas Llosa lee a Galdós en tiempos de pandemia global, guerra europea y desmadre español
La crítica comenta el reciente ensayo de Mario Vargas Llosa sobre don Benito -‘La mirada quieta (de Pérez Galdós)’- sin aclararse si aquél tiene a este por un buen escritor o por un chapucero. Teniendo en cuenta que Vargas Llosa se ha tirado toda la pandemia leyendo a Galdós, es lógico que haya llegado a una conclusión doble y bidireccional: Galdós era un estupendo novelista que a veces escribía bodrios y un chapucero que a veces producía obras maestras.
Creo que Vargas Llosa acierta, aunque Galdós pasa sin transición de lo sublime a lo ridículo y viceversa dentro de la misma novela. Un ejemplo: pocas películas habrá producido Hollywood (si alguna) peores que ‘Thunder in the Sun’, de Russell Rouse, titulada en español ‘El desfiladero de la muerte’, que trata de emigrantes vascofranceses al Far West durante las guerras napoleónicas. La película comienza a hundirse por el vestuario, que corresponde al de los vascos del año de su estreno (1959). En la primera escena, un jinete con boina lanza un prolongado ‘irrintzi’ o relincho (parecido al ‘sagarit’ o ulular moruno). El jefe de la caravana, también con boina, lo escucha varias leguas más allá y traduce: «Pepé dice que nos encontramos cerca del río Missouri». A continuación ordena a otro especialista en ‘irrintzis’: «Contéstale que acamparemos en la ciudad de Independence».
La escena está ya prefigurada en el ‘Zumalacárregui’ de Galdós (1898), aunque este llama al ulular vasco ‘hiújujú’, definiéndolo como un «grito céltico… característico de las razas cántabras y éuskaras» (cuatro esdrújulos consecutivos, caray, don Benito…). También lo traduce por relincho, como lo hacía su chati, doña Emilia. Pues bien, acercándose a la Burunda, los carlistas vascos sueltan el ‘hiújujú’, «que quería decir: ‘Aquí estamos, volvemos con felicidad. Traemos el cañón, la esperanza’. A lo que los de abajo… respondían [con otro ‘hiújujú’]: ‘Os aguardamos, valientes. Al amanecer nos reuniremos. ¡Viva Carlos V!’».
Lo sublime, en la misma novela, puede encontrarse en la heroica resistencia de la guarnición de milicianos nacionales de Villafranca de Navarra, cercados en la iglesia del pueblo por los voluntarios de Zumalacárregui: un episodio que no desmerece de los de El Álamo y las Termópilas, o, sin ir más lejos, de los sitiados de Mariúpol, que van a arruinarle el fiestorro del 9 de mayo a la Madre Rusia. Recuerda incluso al de Numancia: algo, niños, que pasó en España cuando los romanos y de lo que no oiréis hablar en el cole gracias al Gobierno socialcomunista, que ha decidido ahorraros la memoria incómoda de las glorias patrias mientras entrega la plaza a la marca blanca de ETA, y todo por cuatro perras (en celo). En fin, encarnaba a Pepé, el del ‘irrintzi’ de la peli, un auténtico actor vascofrancés, Jacques Bergerac (1927-2014), que estuvo casado con Ginger Rogers y con Dorothy Malone. Qué tío.’ De Biarritz te era, pero paresía del mismo Bilbao’.