El 25-S reservaba buenas noticias para Rajoy en su tierra. El PP, con Alberto Núñez Feijóo al frente, ha revalidado su tercera mayoría absoluta en Galicia, inasequible frente al empuje del bloque de las izquierdas. El popular gallego brilla con luz propia y se perfila nítidamente como el sucesor de Génova.
Bien al contrario, a Pedro Sánchez las urnas autonómicas le han propinado un severo varapalo. El socialismo, bajo su mandato, se desangra. En Galicia no ha conseguido resistir la fuerza de En Marea, que le gana claramente en votos, y en el País Vasco se ha visto relegado a la cuarta plaza superado por Podemos. El sorpasso que vaticinaban los sondeos se ha cumplido.
El líder del PSOE pierde pie porque incluso en el País Vasco el PSE, uno de sus principales apoyos en la batalla interna por el sillón de Ferraz, cae hasta situarse como cuarta fuerza. Podemos, el adversario más temido, le ha superado. Anoche, en Ferraz enmudecieron. Fue el secretario de Organización, César Luena, quien finalmente compareció ante la prensa pero no admitió preguntas.
El PNV reconfirma con 29 escaños su mayoría, no absoluta. Para gobernar, Iñigo Urkullu tendrá que pactar y previsiblemente lo hará contando con los socialistas, que han logrado nueve diputados frente a los 16 que tenían en el pasado mandato. La caída del PSE es monumental: ha perdido 86.670 votos hasta quedarse sólo en 126.139.
El PP en el País Vasco, encabezado por el ex ministro Alfonso Alonso, ha quedado a la par que el socialismo liderado por Idoia Mendia. Los populares, sin embargo, se resienten poco porque tampoco esperaban tocar los cielos en esta contienda. Bien al contrario, las encuestas les vaticinaban una pérdida mayor y, al final, ha sido sólo de un escaño. Tenían 10 y ahora cuentan con nueve, los mismos que el PSE.
El PP vasco ha aglutinado un total de 107.357 votos, 23.000 menos que en 2012, pero ha podido mantenerle el pulso a los socialistas y no ha llegado a perder los tres diputados que le auguraban casi todos los sondeos.
El varapalo de los socialistas vascos ha sido enorme porque han visto cómo Podemos les ha dejado atrás. La formación morada, con Pili Zabala como candidata, se ha estrenado con 11 escaños y 156.000 votos.
EH Bildu, por su parte, aunque pierde diputados –cuatro– y votos –53.670– respecto a hace cuatro años, logra acomodarse claramente como segunda fuerza vasca ocupando 17 sillones en el Parlamento. Más aún, hasta el último minuto disputó con fiereza un escaño en Vizcaya, que pasó de los brazos del PNV a los de Bildu. Al final cayó del lado de Urkullu.
En el escenario gallego, la victoria sin sombras es claramente para el PP. Mariano Rajoy lo celebró tanto o más que el propio Feijóo. El presidente del Gobierno en funciones y del PP puede sentirse hoy reforzado como candidato ante unas previsibles terceras elecciones generales y también como líder de su partido. No obstante, para los populares los comicios gallegos no han hecho sino abrir ante sí una nueva esperanza, porque Alberto Núñez Feijóo, tras este triunfo, se dibuja con claridad como el sucesor.
El líder gallego quiso en buena medida dedicar su éxito a Rajoy cuando, minutos antes de la medianoche, compareció y sus primeras palabras fueron: «Galicia ha dicho sí», en una clara referencia al ya famoso «no es no» que abandera Pedro Sánchez frente a los intentos de Mariano Rajoy para formar Gobierno en España.
Repetir por tercera vez consecutiva una mayoría absoluta es toda una hazaña habida cuenta de que las fuerzas contendientes se multiplican y todavía falta un largo camino para dar por superados los efectos de la crisis. E incluso, es un logro haber evitado que en su territorio prendiera, como en otros lugares de España, la llama de Ciudadanos.
El PP gallego con Feijóo al frente ha sabido aglutinar el voto de los ciudadanos que se identifican con el centro derecha. No ha dejado sitio a nadie más. El partido de Albert Rivera en tierras gallegas no ha conseguido ni un solo escaño. Todos los del espectro político en el que compiten PP y C’s se los ha quedado Feijóo.
El Partido Popular en Galicia consiguió anoche el 48% de los votos, lo que le reporta 41 escaños. Exactamente los mismos que obtuvo en las elecciones de 2012. Un total de 660.000 gallegos escogieron la papeleta de la gaviota. Feijóo se sitúa así tres escaños por encima de la mayoría absoluta.
El 50% restante de las papeletas se lo reparten tres fuerzas de izquierda. La primera de ellas, En Marea, que consiguió superar en votos al PSdeG. La diferencia entre ambos partidos fue de un punto porcentual, y en papeletas la distancia se midió en casi 16.000 votos. No obstante, y pese a ello, ambas fuerzas han quedado empatadas en escaños, 14 cada una. Una prueba más de que los votos no valen lo mismo en todas las circunscripciones. Este hecho no debería servir de consuelo a los socialistas que, en realidad, han perdido cuatro diputados respecto a 2012 y 48.000 votantes.
Los socialistas en Galicia han padecido todos los males: estar encabezados por un candidato muy poco conocido, Xoaquín Fernández Leiceaga, que no aunaba siquiera las simpatías de todos los suyos; vivir pendientes de la tensa situación que padece el partido a nivel nacional y sentir a diario el aliento de En Marea en la nuca. Anoche, el propio Leiceaga admitió que el resultado conseguido, pese al empate en escaños con En Marea, no es ni mucho menos bueno. Él fue el primero en decir que ahora toca hacer una profunda reflexión para ver qué es lo que falla.
Precisamente, a este análisis, que no se presenta amable, tendrá que enfrentarse desde hoy mismo el secretario general del PSOE. Las mayores críticas, los reproches más acerados y quizá la censura abierta se hará esperar una semana, hasta la celebración del Comité Federal previsto para el sábado.
Pedro Sánchez se jugaba mucho en Galicia y País Vasco y el resultado obtenido ha sido decepcionante. Ni siquiera la perspectiva de ser gregario del PNV para la gobernabilidad en el País Vasco puede servir de consuelo. Los socialistas pierden fuelle sin descanso y ya parecen ser presa fácil para Podemos y sus confluencias.
La cuarta fuerza del Parlamento gallego será el BNG. La izquierda nacionalista histórica de Galicia ha resistido al surgimiento de corrientes potentes que inundan su propio espacio ideológico. En 2012, el Bloque obtuvo 146.000 votos y siete escaños. Anoche, contra viento y marea, logró seis. Ana Pontón, su candidata, pese a haber perdido 28.000 votos, ha dejado buen sabor de boca entre los suyos durante la campaña electoral.