- El triministro y vicepresidente de facto se ha caracterizado por su apoyo incondicional al fiscal general, en lugar de pedirle la dimisión. Lo hace porque conoce la parte de responsabilidad y, por tanto, de culpa, que él mismo tiene en este sucio asunto
Ayer tuvimos la oportunidad de ver dos caras de la Justicia en España, dos caras de este paradójico momento de nuestro país, que también es nuestra patria y nuestra nación. Por un lado, tuvimos al Consejo General del Poder Judicial realizando el nombramiento de 36 magistrados para ocupar otras tantas vacantes, tanto en el Supremo como en audiencias territoriales o en el ámbito militar. También pudimos comprobar cómo Ángel Hurtado, el juez del Supremo que lleva el caso del fiscal general, citó a García Ortiz, pese a las presiones mediáticas de todo el arco izquierdoso que apoya al Gobierno y no precisamente a cualquier precio.
Frente a ellos tenemos a un ministro, Bolaños, que se pasó varios días mofándose del CGPJ porque, según él, no iba a poder hacer nombramientos. Los hechos ayer fueron tercos: señor Bolaños, 36 vacantes ocupadas, y en febrero serán una veintena más. Ya se ve que el grave problema de este Gobierno que padecemos es su mala relación con la realidad. Además, el triministro y vicepresidente de facto se ha caracterizado por su apoyo incondicional al fiscal general, en lugar de pedirle la dimisión. Lo hace porque conoce la parte de responsabilidad y, por tanto, de culpa, que él mismo tiene en este sucio asunto. El ministro de Justicia respalda a un denostado fiscal que se permite no contestar a las preguntas del juez y de la propia fiscalía y tan solo habla ante el cuestionario de su abogado. Esa técnica del silencio, aunque es un derecho, en este caso es una demostración más de su culpabilidad. Acogerse al derecho a no responder es más propio de un narcotraficante que de todo un fiscal general. Demasiados indicios de su culpabilidad. Borra sus mensajes de WhatsApp, destruye correos, cambia de móvil. Pero vamos a ver, Álvaro, ¿no dices que no tienes nada que ocultar? ¿O son otros lo que tienen mucho que ocultar?
Estamos ante un Gobierno que no controla la Justicia, afortunadamente. Para paliar esa situación se saca de la manga leyes tan populistas como la de cambiar el acceso a la carrera judicial. Eso sí, con la demagogia falsa de una supuesta endogamia que los datos contradicen. Frente a esa deriva chavista de los ocupantes del poder, el Poder Judicial resiste. Conclusión: estamos ante un Gobierno antidemocrático. Menos mal que todavía quedan jueces en Berlín… Por eso Bolaños ayer perdió por goleada, y van…