Alberto Ayala-El Correo
Quince días de tranquilidad para continuar la desescalada con orden y sin sobresaltos políticos. Este puede ser el resumen del Pleno del Congreso de ayer en el que el Gobierno Sánchez logró una nueva prórroga del estado de alarma. Lo contrario hubiera mandado un mensaje a Europa nada favorable a nuestros intereses.
Fue una sesión de alto voltaje, que arrojó unas cuantas conclusiones. La más revelante, el triunfo de la política y la derrota de la prepotencia. Sánchez logró la prórroga, pero dejándose importantes pelos en la gatera que si no cumple se volverán peligrosamente en su contra en dos semanas.
El presidente tendrá que dejar de actuar cual si fuera un moderno Rey Sol y pactar con las comunidades autonómas. En definitiva, tendrá que respetar nuestro modelo de Estado.
Aún así, el Gobierno de izquierdas sale de la sesión más débil de lo que entró. Y es que ERC se pasó al bando del ‘no’, seguramente para reforzar su perfil ‘indepe’ y no ceder terreno ante Puigdemont.
El gran triunfador de la sesión fue el PNV. Ortuzar y los suyos han demostrado otra vez su inteligencia estratégica y obtienen máxima rentabilidad a su reducida representación parlamentaria. Los jeltzales no están por dejar caer al Gobierno progresista y sí por reforzar su imagen ante el electorado vasco.
¿El zurrón? Habrá cogobernanza real y el lehendakari aparecerá ante la opinión pública vasca como el responsable último de importantes decisiones. Treviño y Trucios serán contemplados a todos los efectos como si fueran legalmente territorio vasco. Y se allana el camino para que las elecciones autonómicas sean en julio, si no se produce un rebrote de la pandemia. El PNV, es evidente, tiene prisa y quiere que se vote antes de que en otoño pudieran llegar impopulares recortes.
El otro gran protagonista del Pleno fue Ciudadanos. Inés Arrimadas decidió pactar con Sánchez a cambio de contrapartidas concretas y sacar así a su grupo del ostracismo en el que cayó tras su batacazo electoral. La nueva líder naranja parece apostar de nuevo por que Cs ejerza de partido bisagra y olvide la aspiración de Albert Rivera de relevar al PP como la gran fuerza del centro derecha.
El movimiento ha supuesto que Girauta, uno de los más estrechos colaboradores de Rivera, rompa el carné liberal. En cambio, algunos de quienes censuraron que Cs declinara pactar con el PSOE, como el centrista Toni Roldán, aplaudieron el paso.
Se debilita el bloque de las derechas. Y el PP se queda en el grito y la abstención. Algunas encuestas dicen que así le va bien, otras lo contrario. Pero que nadie olvide que Sánchez tiene garantizado el sillón hasta 2021.