Ignacio Camacho-ABC
- A Feijóo sólo se le va a valer el éxito. La medida de su gestión la establecerá el resultado, no el método
A falta de tres semanas para que se ponga al frente del PP y sin que apenas haya dicho esta boca es mía, a Feijóo le llueven consejos, a menudo contradictorios, sobre lo que ha de hacer y no hacer cuando lo elijan. También le caen numerosas críticas preventivas y epítetos de todos los colores, desde socialdemócrata camuflado hasta filonacionalista pasando por tecnócrata o pusilánime, que es la etiqueta favorita de una cierta derecha orgullosa de su vehemencia combativa. Así que este articulista tampoco va a resistir la tentación de hacerle una recomendación que no necesita: que se tape los oídos y trace por sí solo el rumbo de su política sin atender consignas ajenas -lo que incluye por supuesto
las mías- ni cantos de las siempre interesadas sirenas capitalinas. La clave de su éxito o su fracaso estará en la capacidad de levantar una alternativa a la etapa de desgobierno sanchista. Por el camino que él decida siempre que conduzca a la mayoría.
Claro que para eso necesita articular un proyecto. Y con carácter previo cohesionar un partido que está roto por dentro, ideológicamente desarmado, inmerso en querellas y dramas de celos, con el aliento de Vox en el cogote y envuelto en una patente sensación de autodesconfianza y desconcierto. Es un trabajo difícil, con entresijos muy complejos, y además dispone de poco tiempo pero si lo ha aceptado será porque se considera en disposición de hacerlo. O porque se ve maduro, o porque cree llegado su momento, o porque le estimula el premio, o simplemente porque su concepto del deber y del compromiso le indica que no hay más remedio. Por una razón o por otra, el paso al frente le da derecho a abordar el reto con autonomía, a su estilo (gallego), con su equipo y su modelo. La medida de su gestión la va a dar el resultado, no el método.
Y pese a las evidentes dificultades de la tarea, entre las que no es menor la falta de un escaño en el Congreso que le obligará a ejercer la oposición por persona interpuesta, tiene la ventaja de que la temperatura electoral española se ha desplazado varios grados a la derecha. A poco que consiga remontar unos puntos en las encuestas puede situarse con cierta holgura en cabeza de la coalición de rechazo a Sánchez y sus socios antisistema. Vox no está por ahora en condiciones de aglutinar esa mayoría social que la crisis del PP ha dejado huérfana de un liderazgo templado y con experiencia. Ese segmento amplio que va desde el conservadurismo democristiano al liberalismo basculante que el desplome de C´s dejó desamparado -el socialista moderado es una criatura extinguida como los dinosaurios- está esperando que alguien le dibuje un horizonte sensato, solvente y pragmático. Eso sí, después de haber tardado tanto en decidirse, Feijóo sólo tendrá una oportunidad y algo menos de dos años. La estrategia es suya, pero no hay más plazo.