Editorial, LIBERTAD DIGITAL, 21/8/11
Mientras no haya una condena sin paliativos del terrorismo y una petición de perdón a las víctimas ocasionadas por el marxismo-leninismo etarra, Garitano y los de su calaña pueden guardarse sus valoraciones.
Las infames palabras del diputado general de Guipúzcoa distinguiendo entre las víctimas del terrorismo según su procedencia demuestran de nuevo, si es que algún ingenuo albergaba todavía dudas, que la coalición Bildu sólo es la continuación de Batasuna en el papel de brazo político de la banda terrorista ETA.
En el marco de unas jornadas académicas de la Universidad Catalana de Verano, dónde si no, Martín Garitano ha tachado de error el asesinato de ciudadanos inocentes pero únicamente los cometidos en Cataluña, lugar en el que el nacionalismo radical vasco ha encontrado tradicionalmente un importante apoyo.
Ni condena esos asesinatos ni tiene previsto, naturalmente, hacer algo parecido respecto al resto de víctimas de la banda terrorista ETA, organización delictiva cuyos postulados políticos comparte plenamente la coalición de la que el diputado general de Guipúzcoa es uno de sus principales cabecillas.
Las víctimas del terrorismo de Cataluña han reaccionado inmediatamente y de forma ejemplar, desmarcándose de la condescendencia cobarde con que Garitano se ha referido a ellas. Mientras no haya una condena sin paliativos del terrorismo y una petición de perdón a las víctimas ocasionadas por el marxismo-leninismo etarra, Garitano y los de su calaña pueden guardarse sus valoraciones sobre lo que consideran o no «algo más que un error».
Al desprecio que merecen esas declaraciones y su autor se suma la vergüenza de que semejante individuo ostente un cargo oficial dentro de nuestro sistema democrático, algo que con absoluta seguridad no ocurre en ningún otro lugar del mundo. Pero hay algo peor que el sonrojo de los ciudadanos de bien y es el dolor de las víctimas del terrorismo al verse continuamente despreciadas estos sujetos, cuya vesania ahora actúa dentro de la legalidad democrática.
Como acertadamente ha señalado el portavoz del PP vasco, Leopoldo Barreda, al socaire de esta andanada verbal, Bildu no ha llegado a la democracia sino que ha sorteado sus resortes jurídicos para actuar desde dentro con visos de legalidad, algo que hay que imputarle directamente a José Luis Rodríguez Zapatero y, de su mano, a los magistrados del Tribunal Constitucional de estricta obediencia socialista. Sólo cabe esperar que el próximo Gobierno restituya el derecho a la memoria, la dignidad y la justicia que las víctimas del terrorismo y los españoles de bien exigen de un poder político, hoy en los antípodas de la decencia democrática.
Editorial, LIBERTAD DIGITAL, 21/8/11