EL CORREO, 2/8/2011
La primera festividad de San Ignacio que se celebra con un miembro de Bildu como diputado general de Gipuzkoa evidenció ayer los diferentes discursos y estilos que siguen existiendo en Euskadi.
A la entrada de la basílica de Loyola, en Azpeitia, Martin Garitano hizo suyas todas las reivindicaciones de los presos de ETA, mientras Isabel Celaá, en representación del Gobierno vasco, exigía a la coalición soberanista que pida la desaparición de la banda. Dentro del templo, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, proclamaba que el «arrepentimiento» de los terroristas es «el primer paso hacia la reconciliación».
La homilía y la recepción en honor a San Ignacio -patrón de Bizkaia y Gipuzkoa- reúne cada año a las principales autoridades políticas vascas. Aunque se trata de una ceremonia religiosa, tiene un importante trasfondo social. A la misma han acudido tradicionalmente el lehendakari y los diputados generales del territorio. Patxi López, por contra, ha optado por ausentarse en los tres años que lleva en Ajuria Enea. De hecho, es raro ver al líder del PSE en actos religiosos. En representación del Gobierno vasco siempre ha ido Isabel Celaá, consejera de Educación y lehendakari en funciones.
A la cita también asiste una delegación de familiares de presos de ETA, que habitualmente espera a la comitiva de autoridades exhibiendo fotografías de los reclusos. Incluso, durante la época de Juan José Ibarretxe llegaron a entregar en mano al exlehendakari alguna petición concreta. La tensión ha aumentado en los dos últimos años. En 2009, Celaá fue recibida con una sonora pitada.
Aplausos de Etxerat
Además, el contenido de las homilías es analizado al detalle. En los tiempos de José María Setién y Juan María Uriarte, las referencias a la pacificación eran constantes. Y algunas levantaban ampollas. El año pasado fue la primera de Munilla al frente de la diócesis guipuzcoana. No hubo alusiones a la paz, pero se mantuvo la polémica al censurar el prelado la actual política educativa. Sus palabras fueron contestadas por la propia Celaá.
Todos estos ingredientes se repitieron ayer con el añadido de un nuevo protagonista, Martin Garitano. Para remarcar su perfil, el representante de Bildu optó por una vía intermedia. Acudió a la recepción a las autoridades en el Ayuntamiento de Azpeitia y participó en la comitiva que marchó hasta la basílica, pero, una vez allí, no entró a escuchar la misa.
También hubo otra notable diferencia. Si Celaá fue recibida en anteriores ocasiones con silbidos, Garitano lo hizo ayer entre vítores, aplausos y gritos a favor de los presos de ETA por parte de los familiares presentes. A las puertas del templo, el diputado general de Gipuzkoa hizo suyas las peticiones de los manifestantes que, por otra parte, también forman parte del ideario de Bildu.
Garitano reclamó la derogación de la ‘doctrina Parot’ porque supone la «cadena perpetua» para los reclusos, el fin de la dispersión, la puesta en libertad de los presos enfermos y de los que están en condiciones de «alcanzar la libertad condicional», así como la legalización de Sortu, ya que «hay un sector político importante que sigue ilegalizado». Tras recordar el «ciclo político nuevo» que vive la sociedad vasca, se acercó a saludar a las decenas de miembros de Etxerat que se encontraban en las inmediaciones.
La respuesta del Gobierno llegó al acabar la ceremonia. Celaá pidió a Bildu que «hable claro y fuerte pidiendo la disolución de ETA». La consejera de Educación afirmó que la presencia de Garitano en la comitiva de autoridades supone «un paso» hacia la normalización política y social, «pero falta el esencial: la desaparición» de la banda terrorista. La representante del Ejecutivo socialista recordó que la democracia ya tiene extendidos sus puentes y que la izquierda abertzale sabe qué camino debe recorrer. Asimismo, deseó que el próximo año se pueda celebrar la festividad de San Ignacio en un ambiente de estabilidad política y económica.
Entre medias, y dentro de la basílica, Munilla celebró su homilía. A diferencia del año pasado, sí tuvo una parte muy importante centrada en la paz. El obispo de San Sebastián no fue ajeno a las expectativas creadas tras los últimos movimientos de la izquierda abertzale. Sin embargo, quiso dejar claro que «la verdadera paz no puede nacer de los meros cálculos políticos, sino de un auténtico arrepentimiento».
El mensaje de firmeza hacia el entorno de ETA se completó al indicar que «el arrepentimiento desinteresado es el primer paso hacia la reconciliación con las víctimas, hacia la pacificación y hacia la normalización». Munilla indicó que ha recibido con «alegría y esperanza» que algunos presos etarras, en alusión a Joseba Urrosolo Sistiaga y el grupo de reclusos disidentes de la banda, hayan manifestado «la necesidad y la importancia de realizar una lectura crítica de la acción violenta de ETA».