- La Defensa requiere algo muy distinto: inversión. La inversión, de existir, es el resultado de una estrategia nacional ampliamente asumida por la mayoría parlamentaria y social, expresión de una visión sobre identidad, intereses, amenazas y medios
De prisa y corriendo, forzando los criterios contables y confiando en la pereza de los auditores el Gobierno trata de justificar el haber alcanzado el umbral del 2% con relación al PIB en Defensa. Es una situación anómala y, desde luego, escasamente ejemplar. El Gobierno no gasta porque lo considere necesario para garantizar la seguridad nacional. No es un acto que responda a una inexistente estrategia nacional ni a las exigencias de una mayoría parlamentaria, que está muy lejos de estas preocupaciones. Sencillamente los dirigentes socialistas han llegado al convencimiento de que España no puede quedar ante sus socios europeos y ante Estados Unidos como el aliado más irresponsable. Unos y otros siguen con preocupación su deriva hacia el ‘Sur Global’, ese concepto chino que trata de dar forma a una hipotética gran coalición antiliberal, razón por la cual el presidente Trump, con su singular sentido del humor, situó a España en el grupo de los BRICS. Sabe de los movimientos de Rodríguez Zapatero y de los intereses de algunos otros dirigentes con el Grupo de Puebla y el narco-estado venezolano. España preocupa y Sánchez es consciente de que tiene que actuar con prudencia si no quiere encontrarse repudiado por unos y otros.
¿Pueden entender los españoles estas maniobras? Se está gastando dinero en salvar la cara del Gobierno a costa del contribuyente y de la Defensa. Es evidente que hace años que no invertimos lo necesario en nuestra seguridad y eso es lógico. Si la mayoría parlamentaria no cree en España ¿Por qué le va a preocupar su Defensa? El objetivo es trasformar este pobre país en una vaga confederación de estados soberanos, por lo que el presupuesto tiene que estar al servicio de esa prioridad, no en su contra. Aún así, hay que hacerlo en el marco de las instituciones europeas y atlánticas y ello conlleva contradicciones difíciles de explicar. Sánchez trata de salvar la cara ante la próxima cumbre de la OTAN convocada para fines de junio, a sabiendas de que para entonces el 2% será una cifra superada y la exigencia posiblemente se sitúe en el 3,5%.
Si algo debiera tener muy presente el ciudadano de a pie es que estos malabarismos contables no van a mejorar su seguridad, porque son mero gasto con fines políticos. La Defensa requiere algo muy distinto: inversión. La inversión, de existir, es el resultado de una estrategia nacional ampliamente asumida por la mayoría parlamentaria y social, expresión de una visión sobre identidad, intereses, amenazas y medios. Sin estrategia todo es ocurrencia y gasto. Una forma, como otra cualquiera, de tirar el dinero de todos.
La primera obligación del Gobierno es garantizar la seguridad de la comunidad y la pervivencia del Estado. En un Estado de derecho la Constitución recoge el compromiso libremente asumido que fundamenta la convivencia. Cuando el Gobierno y la mayoría parlamentaria buscan el enfrentamiento de unos españoles contra otros y la reinterpretación de la ley fundamental, es difícil imaginar cómo se puede llegar a una visión común que dé paso a una estrategia capaz de dotar de sentido a nuestra acción exterior.
Demasiado a menudo damos una gran importancia a las características personales de nuestros dirigentes, como si nuestra historia reciente fuera el resultado de sus intereses particulares. No es verdad. Desde el ascenso de Rodríguez Zapatero a la dirección del Partido Socialista hay un plan político dirigido a revisar la Transición, imponiendo la ruptura sobre la reforma. Han constituido una nueva mayoría parlamentaria a partir del compromiso de superar la Constitución y la idea de España que recogen sus páginas. Sánchez no ha hecho más que desarrollar el plan ideado en los días de su predecesor, avanzando en sus objetivos y agravando la situación hasta un punto de difícil retorno.
Ni estamos más seguros ni somos más solidarios por gastar más. Estaremos más seguros y seremos más solidarios cuando invirtamos más y mejor, cuando actuemos con sentido y profesionalidad, cuando partamos de análisis serios sobre intereses, amenazas y capacidades… cuando acordemos quiénes somos y adónde queremos dirigirnos todos juntos. Sólo restaurando el pacto constitucional podremos afrontar el reto de la Defensa.