Gorka Angulo-El Correo
- Macron plantea elegir entre él y el caos, y la ciudadanía preferiría el caos. ¿Quién frenará a Le Pen en las presidenciales de 2027?
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, adelantó las elecciones legislativas nada más conocer el escrutinio de las europeas. Esa decisión ha sacudido al país y a la Unión Europea provocando una psicosis en los mercados bursátiles, que cierran con los peores datos desde la invasión de Ucrania, hace casi 28 meses. La sorpresa de Macron coincidió con el 80 aniversario de la masacre de Oradour-sur-Glane, donde el salvajismo de las Waffen-SS alemanas asesinó a 643 personas convirtiendo la villa-mártir del Limousin -por decisión de Charles de Gaulle- en un memorial que cada año visitan miles de estudiantes franceses.
En las urnas de los comicios europeos, en el nuevo Oradour construido tras la matanza, la candidatura ganadora fue la de Reagrupación Nacional (RN). ¿Dónde está la memoria de Francia con ejemplos así? Este detalle de la memoria pone de relieve que buena parte de los franceses, o al menos una generación, han decidido dar por finalizado el proceso de desdiabolización de la extrema derecha procedente del Frente Nacional (FN), reconvertido ahora en un gran partido de derecha populista. Francia y sus ‘guerres de la mémoire’, como con el síndrome de Vichy, con Argelia o con el terrorismo, son fantasmas que impiden una memoria colectiva sólida, quizá el mejor recurso para evitar ‘remakes’ de lo peor de su historia.
La memoria familiar dura tres generaciones, y a los que han crecido desde hace cuarenta años con el antiguo FN en los medios como un partido más, que les hablen sus abuelos de los discursos de odio de Jean-Marie Le Pen es como si lo hicieran de la Francia de Vichy. Hay, además, una generación francesa escasamente leída, muy adicta a las redes sociales donde se informa con los mensajes demagógicos procedentes de los extremos, muy eficaces gestionando el enfado ciudadano, removiendo las emociones y aportando soluciones irrealizables. La generación de la emoción y la frustración ha pasado del consustancial ‘râler’ (quejarse) de los franceses al ‘colère’ (ira) convirtiéndose en un amplio segmento electoral antisistema capaz de votar en primera vuelta a la ultraizquierdista La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, y en la segunda al ultraderechista RN de Jordan Bardella.
Unamos a eso los escalofriantes índices (líderes en Europa) de violencia y suicidios, y el gran cataclismo social que supone, como bien apunta Iñaki Gil, la división de la nación «en islas urbanas donde se concentran los vencedores de la globalización frente a los ‘galos refractarios’ que habitan en pueblos y periferias urbanas». Aquí recomiendo muy calurosamente la lectura del libro de Gil, ‘Arde París’ (2023), quizá la mejor guía para no perderse en el laberinto francés.
El presidente Macron, salvo milagro, se encamina hacia el mismo Waterloo que Jacques Chirac en 1997, cuando planteó un adelanto electoral concebido en modo jugada maestra como un plebiscito ganado de antemano. El duro revés de Chirac y Alain Juppé supuso la tercera cohabitación en 11 años. Macron plantea ahora la disyuntiva entre él y el caos, y la ciudadanía parece que quiere el caos con otra cohabitación. Las encuestas apuntan a RN como vencedor, pero de momento es imposible vaticinar una mayoría absoluta o suficiente para que el tándem Marine Le Pen-Jordan Bardella alcance después el Palacio del Elíseo.
En 2015, el escritor francés Michel Houellebecq publicó ‘Sumisión’, una novela superventas mezcla de política-ficción y realidad en la que en unas presidenciales francesas en 2022 vencía en la segunda vuelta Mohammed Ben Abbes, líder de Fraternidad Musulmana. La lideresa de RN Marine Le Pen declaró que esa ficción un día «podría hacerse realidad». El libro de Houellebecq, sin pretenderlo el autor, abona la teoría conspiranoica de la extrema derecha del ‘gran reemplazo’, que difunde que los franceses ‘patanegra’ estarían siendo sustituidos por población emigrante, mayoritariamente musulmana. En el ‘gran reemplazo’ entran el miedo, la inseguridad, el desprecio a los ‘franceses de los documentos’ y la decadencia del país.
Esta es la principal idea fuerza que mueve a una extrema derecha ahora con un programa de mínimos y cara amable que amenaza con devorar a la derecha democrática y neogaullista de Los Republicanos (LR), en implosión tras la convocatoria a las urnas. La derecha radical se presenta reforzada con apoyos de antiguos disidentes y un sector de LR que ha decidido anteponer la aritmética a la ética pensando en sillones ministeriales, frente a la dignidad de la mayoría de los que mantienen el cordón sanitario.
Miles de franceses miran a Italia y no les parece tan catastrófico tener un primer ministro (Jordan Bardella) de ideología similar a Giorgia Meloni. Y entonces llega la gran pregunta: ¿quién frenará a Marine Le Pen en 2027?