EL CONFIDENCIAL 28/02/17
· La consigna es clara: el jefe político de la policía autonómica catalana «tiene que caer» por decir que no dudaría en obedecer al juez y cursar la detención de políticos ‘rebeldes’
“Batlle tiene que caer”. La frase la pronuncia un miembro de la CUP a preguntas de El Confidencial. El aludido es Albert Batlle, director general de los Mossos d’Esquadra, un exsocialista que llegó al crucial cargo que ocupa gracias a los buenos oficios del entonces consejero de Interior, el democristiano Ramon Espadaler (UDC). La semana pasada, a Batlle se le ocurrió afirmar que, en caso de que un juez ordenase la detención de la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell (de nuevo en el punto de mira tras la nueva querella por desobediencia que presentó la Fiscalía el pasado jueves), no dudaría en obedecer al juez. Por algo los Mossos d’Esquadra son una policía judicial.
De ahí que la CUP haya puesto el grito en el cielo inmediatamente. “Hemos hablado con gente de ERC y con algunos círculos de Convergència y son del mismo parecer. Piensan lo mismo que nosotros: Batlle tiene que caer. En estos momentos, solo lo sostiene un sector de Convergència”, admite a El Confidencial una fuente interna de la CUP. Y subrayan que “hay negociaciones en torno a estos temas de la seguridad con el Govern”. De momento, sin embargo, el director general seguirá en su puesto, “porque el Gobierno no quiere destituirlo, ya que sería como vender a la opinión pública que claudica ante la CUP”, insisten las fuentes. Además, los diputados de la CUP aprovechan, con ese pulso, “para posicionarse ante la militancia, que les pide más dureza”.
Para los próximos meses, los ‘cuperos’ esperan una “reestructuración” de la cúpula de la policía autonómica “que servirá también para asentar el proceso”. Esa reestructuración debería llegar en “dos meses, o tres a lo sumo. Y se aprovecharía para cesar a Batlle dentro de esa mayor reestructuración, de modo que su cambio no se vincule a presiones de la CUP ni a la anécdota de la semana pasada. Pero lo importante es acometer esa reestructuración para controlar a los Mossos ante la ruptura con el Estado español”. Porque esa es otra. ¿Qué papel juegan los Mossos en el ‘procés’? Desde las filas de Convergència y de ERC, quieren desligar el papel que puedan jugar los agentes autonómicos de las decisiones políticas. “Son funcionarios como otros, por lo que no debemos ponerlos en un compromiso”, señala a este diario una fuente de JxS. Pero no hay duda de que un sector importante quiere un posicionamiento político para el caso de que se llegue a la desobediencia institucional. En ese momento, afirman los más radicales, los Mossos d’Esquadra deberán ponerse a disposición del Parlamento catalán y del Govern aunque estos desobedezcan las leyes españolas.
El exjuez y exsenador Santiago Vidal ya presumía en sus conferencias por los pueblos de Cataluña de que el Ejecutivo de Carles Puigdemont había reunido a los 15 comisarios y que estos habían prometido lealtad a las instituciones catalanas y desobediencia a la legalidad española. Pero no todo es tan sencillo. “Somos una policía judicial y actuaremos conforme a la ley”, asegura uno de esos comisarios a El Confidencial, contradiciendo a Vidal. Y otro añade que “no se puede hablar a la ligera de un tema así”. Desde la propia CUP, se desconfía de las afirmaciones de su compañero de filas y se admite que no es tan fácil manejar un cuerpo como ese y hacer que obedezca consignas políticas.
El enigma del comisario enchufado
En el aire queda, sin embargo, el relevo o no del director operativo de los Mossos, el comisario Josep Lluís Trapero. “Si cuenta con el apoyo del aparato de ERC, seguirá en su puesto, ya que es Esquerra quien está actuando en estos momentos como punto de equilibrio dentro del Gobierno. Se ha convertido en el eje central de la política”. Y subrayan que “quien tenga el apoyo de ERC, está salvado, porque es la que mueve todo el cotarro”.
Fuentes internas del cuerpo policial admiten también que “según quién pida la cabeza de la cúpula de Interior, la refuerza”. Estas fuentes señalan que “a los más altos cargos, es decir, al consejero Jordi Jané y a Albert Batlle, el hablar de desobediencia, como hace la CUP, les rechina. Y al ‘conseller’, los radicales le piden gestos que no hace mientras Puigdemont no puede hacer otra cosa que confirmarlo cada día en su puesto. Si se alinean con la desobediencia a la legalidad española, quedan deslegitimados, porque lo que está claro es que nadie puede venir a decir que nos pasemos la Constitución por el forro”.
A los socios anticapitalistas del Gobierno les molesta también la camaradería del presidente catalán, Carles Puigdemont, con el jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero. Ambos son compañeros de juergas veraniegas y por el mundillo político catalán corren vistosas anécdotas de visitas de Trapero a la plaza de Sant Jaume a garantizar su lealtad. Pero también apuntan a “un acercamiento de Trapero a ERC. Estamos en una etapa terminal y quien más quien menos cada vez cree menos en un choque de trenes. Por eso, quiere estar a bien con los republicanos, porque posiblemente sean quienes gobiernen tras unas nuevas elecciones, que pueden llegar antes de noviembre”.
En este sentido, fuentes internas del cuerpo policial apuntan a que “en las últimas promociones de mandos, todos los que han ascendido a comisarios o a intendentes son de la ‘cuerda’ de Trapero”. Otra fuente enfatiza que en las últimas promociones, “se primó la lealtad ciega por encima de todo”. Y eso es lo que ‘escama’ a algunos círculos independentistas. “Queremos gente comprometida con el país, no con Trapero”, afirma un diputado de JxS.
El Gobierno catalán quiere blindar al jefe de los Mossos, que ocultó sus llamadas a un juez
También critican que el Gobierno de Puigdemont “confía en él de tal manera que lo quieren promocionar a ‘major’ del cuerpo. Sería el único ‘major’ [rango superior al de comisario, que es el máximo actualmente], por lo que aunque sea destituido por el siguiente Gobierno, sería superior del hipotético nuevo director de los Mossos”. Un escándalo en toda regla, porque nadie alcanza a vislumbrar por qué insiste el Govern en blindarlo con un cargo de esta naturaleza.
El PP ha presentado una batería de preguntas sobre este tema. El diputado popular Alberto Villagrasa explica a El Confidencial que “el Gobierno ha creado una plaza de mayor a su medida. Para empezar, no ha habido convocatoria de concurso. Luego, no ha sido abierto, sino restringido. Y, por último, ha puesto condicionantes de tal manera que solo puede acceder a la plaza una persona: el actual director de los Mossos. Eso ha creado un enorme malestar dentro del cuerpo”. Para mayor abundancia, el propio Albert Batlle anunció oficiosamente hace casi un año que el Gobierno lo quería nombrar ‘major’, meses antes de llevar la convocatoria de la plaza al diario oficial, lo que hace sospechar que, al margen de la convocatoria oficial, su nombramiento ya está hecho en la cocina de la Generalitat. Es como si se convoca un concurso de obras pero ya se dice meses antes quién hará esas obras. Caiga o no caiga, pues, Trapero es quien mejor lo tiene, porque va a ser promocionado por vía de enchufe a un cargo del que no lo podrán relevar. Pero el resto de la cúpula de Interior puede tener problemas si finalmente Puigdemont se pliega a las presiones.