DANIEL REBOREDO / Historiador y Analista Político, EL CORREO – 06/04/15
· Nos congratulamos de ser tolerantes con los intolerantes mientras se destrozan los pilares de nuestra cultura y nuestra civilización.
Los cristianos están siendo exterminados silenciosamente en Oriente Medio y no nos estamos dando cuenta. Claro que esta ola de odio y violencia que se viene produciendo desde hace tiempo contra ellos en los países musulmanes no es ninguna novedad. Lo que las cifras manifiestan y lo que los testimonios confirman es que lo que está sucediendo con los cristianos en esta zona del planeta, sobre todo en Irak y en Siria, es un genocidio claramente planificado y, para nuestra vergüenza, consentido y tolerado por los gobiernos occidentales. Cada año mueren miles y miles de cristianos en el mundo y muchos más son perseguidos. Esta situación ha pasado inadvertida, obviada o minusvalorada, según el caso, hasta que el papa Francisco la denunció recientemente en el Parlamento Europeo.
Los cristianos de Irak eran más de millón y medio en la época de Sadam Hussein (4 millones en el año 2000) y ahora no llegan a 300.000. En Siria había más de dos millones censados en 2009 y ahora rondan el cuarto de millón. En Egipto, hasta mediados del siglo pasado, los cristianos coptos sumaban alrededor del 40% de la población (entre 21 y 23 millones), mientras que hoy oscilan entre los 8 y los 10 millones, y en Irak, Siria y Palestina eran más del 20% en las mismas fechas. Actualmente, y sobre todo después de las mal llamadas ‘primaveras árabes’, su número no llega ni siquiera al 1% y en otros lugares ni al 5%.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Con atentados y asesinatos (Indonesia en los años noventa del pasado siglo; Turquía –Malatya– en marzo de 2007; Egipto en la Navidad de 2009 y en el Año Nuevo de 2011; Irak en octubre de 2010; etc.) que forman parte de un largo proceso de fanatización colectiva y de depuración de los cristianos de África y Oriente. Recordemos los episodios más trágicos acaecidos hasta ahora: el exterminio de los asiriocaldeos y de los armenios en la Turquía otomana (1896-1915) y el de los cristianos de Sudán (19602009). Desde la invasión de Irak, los cristianos han sido sistemáticamente perseguidos en Oriente Medio. Es un patrón que se ha repetido en Siria durante los últimos cuatro años de conflicto y que ahora se ha acentuado de nuevo en el propio Irak, tras la ocupación del norte del país por las tropas del EI. Pero la persecución no se limita a zonas en conflicto y se está produciendo también en China, India, Kenia, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, etc., y, por supuesto, en el país que financia innumerables centros de proselitismo en todo el mundo y numerosos grupos terroristas islámicos, Arabia Saudí.
Con la instauración del llamado Estado Islámico en territorios de Siria e Irak se está llevando a cabo un programa de limpieza étnica que supondrá la extinción de los cristianos de Oriente Próximo. Poco les importa a los exterminadores que el origen del cristianismo fuera Oriente Medio; poco les importa que fuera la religión mayoritaria desde el siglo IV hasta mucho después del nacimiento del islam en el siglo VII; poco les importa que la cristiandad árabe fuera una de las primeras formas de cristiandad que se expandió en la península árabe, en Mesopotamia y hasta en los confines de India; poco les interesa el error occidental de identificar árabe con musulmán, ya que lo árabe, en cuanto raza, engloba todas las religiones; poco les preocupa que en cuanto a la civilización árabe sean los cristianos los que más han trabajado para mantenerla; poco les afecta, es más lo desean, destruir las iglesias ortodoxas de Oriente, con los tres patriarcados: de Antioquía, Alejandría y Jerusalén, y el arzobispado del Sinaí, y las iglesias católicas orientales integradas por armenios, caldeos, coptos, etíopes, malabares, malancares, maronitas, melquitas y sirios, etc. Claro que también nosotros olvidamos que Oriente Medio fue durante mucho tiempo el centro del mundo cristiano, en el que las grandes escuelas donde se formaban los teólogos más destacados eran Alejandría y Antioquía, en el que se celebraron todos los concilios ecuménicos de la Iglesia católica hasta el de Letrán en 1122, donde surgieron los grandes cismas religiosos.
Impresiona y repugna la desidia e indiferencia de la comunidad internacional frente a esta tragedia. Y lo hace en mayor medida cuando comprendemos que emana de intereses geoestratégicos pergeñados hace años y desvelados por George W. Bush en 2003, poco antes de invadir Irak. Se trataba de crear el ‘Gran Oriente Medio’, plan concebido inicialmente por Israel (‘Una estrategia para Israel en la década de 1980’), remodelando los estados árabes a partir de un enfoque étnico-religioso que garantizaría la seguridad y la permanencia del Estado judío y solucionaría el problema planteado por la presencia palestina. Dicho plan planteaba la partición de Siria en tres Estados (alauita, druso y suní), la de Irak en otros tres (chií, kurdo y suní) y parte del territorio de Jordania se reservaba a los palestinos. Balcanizando los Estados existentes se creaban Estados débiles y fácilmente controlables por la superpotencia estadounidense. ‘Casualmente’, el Estado suní del proyecto estadounidense coincide con los territorios conquistados por el EI y solo cuando este amenazaba Bagdad intervino Estados Unidos.
Mientras el genocidio y las persecuciones se producen, los que somos lo que somos en gran parte debido, nos guste o no, a innumerables elementos que emanan de la tradición judeocristiana, vemos por todas partes fascismo e intolerancia en Europa, que los hay, denunciamos el racismo solo en una dirección, la de los occidentales judeocristianos, y nos congratulamos de ser tolerantes con los intolerantes mientras se destrozan los pilares de nuestra cultura y de nuestra civilización. No tenemos remedio.
DANIEL REBOREDO / Historiador y Analista Político, EL CORREO – 06/04/15