ABC 09/10/15
· Su ausencia en el Parlamento suscitó rumores de dimisión que fueron negados
Arantza Quiroga vive las que son probablemente sus horas más bajas al frente de los populares vascos. El miércoles se vio obligada a retirar la moción que proponía crear una ponencia de libertad y convivencia, tras la confusión por lo que ella misma definió como «uso partidista» por parte de Bildu y las críticas que generó la fórmula «rechazo expreso de la violencia» en lugar de «condena». Tampoco sentó bien que pretendiera contar con el respaldo de todas las fuerzas, incluida la «izquierda abertzale».
Físicamente hecha polvo «No se ha planteado dimitir, está hecha polvo físicamente», indicaron desde el PP vasco
Ayer, cuando se la aguardaba con expectación en el Parlamento autonómico, Quiroga no acudió a ocupar su escaño durante la jornada de pleno ordinario. «Está indispuesta», fue la escueta explicación «oficial» que se ofreció al respecto. Tanto ella como su equipo guardaron silencio durante todo el día.
Su ausencia disparó los rumores y las especulaciones que apuntaban a que había presentado su dimisión. «Para nada, no se lo ha planteado», negaron a ABC fuentes de la dirección del PP vasco. «Todo el mundo tiene derecho a encontrarse mal un día. Sobre todo después de un día como el de ayer. Hoy se ha levantado hecha polvo físicamente».
En paralelo, en la sede del PP en la calle Génova, Javier Maroto, vicesecretario sectorial, anunció la doctrina oficial del partido en este asunto: «Acertó en su decisión de retirar la ponencia, y así evitar que Bildu se “blanquease” basándose en ella. Hubiera sido un error no retirarlo; ha sido una decisión hábil y rápida». Portavoces oficiales de la dirección popular negaron que Quiroga hubiera planteado su dimisión tras ser forzada a retirar la ponencia, y también que se la intentara convencer para que se quedara.
En el último congreso del PP vasco, Quiroga obtuvo una vitoria agridulce, con un importante voto de castigo que la enfrentó a un sector de los populares en aquella comunidad. Esa división interna se mantiene viva, y algunos de sus oponentes habrían aprovechado su momento de debilidad para intentar perjudicarla políticamente.
Una situación indeseable en cualquier momento, pero particularmente inconveniente ahora que se acercan las elecciones generales. Por eso, el intento de Bildu de retorcer la ponencia sobre la paz –mostrando sólo parte de su contenido–, hizo saltar las alarmas, y más cuando llegó unido a la crítica de pesos pesados del partido como el ministro Alfonso Alonso –presidente del PP alavés– y a la no menos contundente contestación por parte de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Cierre de filas
Mientras el escaño vacío de Quiroga en el Parlamento se convertía en la imagen del día, sus compañeros se afanaron por cerrar filas y emitir mensajes de tranquilidad. La secretaria general, Nerea Llanos, afirmó que en Madrid habían comprendido su postura y no aguardaban medidas drásticas: «Nadie debe dimitir». Borja Sémper, presidente de la formación en Guipúzcoa, aseguró que Quiroga contaba con «el respaldo del PP. «Sigue siendo útil», decía de su presidenta, si bien dejaba en sus manos cualquier decisión sobre su «futuro político».
«Son jornadas complicadas», admitían a este diario desde el seno de los populares vascos. «Tampoco tiene que cundir el desánimo. Lo que está claro es que prevalece el proyecto».