Antonio Jiménez-El Debate
  • A Napoleonchu siempre le quedará el consuelo, cuando deje el Gobierno, de haber intentado hasta el ridículo que el catalán sea lengua cooficial en la UE, su gran objetivo en Exteriores, así reconocido por él mismo, por mandato de quien le sostiene en Santa Cruz y a Sánchez en Moncloa. Un tal Puigdemont

La Vuelta discurre hasta su final en Madrid el próximo domingo con su director Javier Guillén conteniendo el aliento ante la incertidumbre que supone la irrupción en cualquier curva de la carrera de activistas pro-palestinos protestando contra el equipo ciclista que pasea el nombre de Israel en la ronda española. Acciones que están poniendo en riesgo la integridad física de los ciclistas.

El Gobierno, con Albares a la cabeza del pelotón, y la extrema izquierda han encontrado en la Vuelta, con la excusa de la participación de ese equipo de propiedad privada, un escaparate internacional y una caja de resonancias inmejorables para sus protestas contra Israel. No seré yo quien cuestione el derecho de la gente a manifestarse pacíficamente y a echarse a la mar para hacer turismo de guerra con ridículas flotillas en defensa de sus causas, siempre y cuando las paguen de sus bolsillos, y no traspasen las líneas que separan las protestas cívicas de las intolerantes y violentas, como la que obstaculizó la carrera en Cataluña e impidió la llegada de una etapa en Bilbao.

El que un etarra convicto, un tal Meñika, fuera quien lideró la cuchipanda abertzale en la meta del Bocho dice todo sobre la perversa conciencia de cuantos protestaron supuestamente en solidaridad con las víctimas palestinas masacradas por Netanyahu. Son los mismos que apoyaron activamente o con su silencio cómplice durante cuarenta años los más de mil asesinatos, secuestros y extorsiones de ETA que obligaron a decenas de miles de vascos a tomar el camino de la diáspora y dejar sus casas.

Gentuza hipócrita, en definitiva, que sugiere conmoverse ante la matanza de gazatíes, asimilando que la ofensiva desproporcionada de Netanyahu la comparten todos los israelíes, cuando no es cierto, mientras aquí celebraban las masacres de su banda terrorista sin estremecimiento alguno y sin pedir perdón nunca a las víctimas. Si en España hubiéramos identificado injustamente a todos los vascos con ETA y actuado de la misma forma que sus cómplices lo hicieron en Bilbao boicoteando la etapa, la Vuelta habría sido durante años objeto de protestas continuas e incidentes múltiples por el rechazo a la participación de equipos ciclistas vascos como el Orbea, KAS o Euskadi-Euskaltel y el Athletic de Bilbao o la Real Sociedad habrían tenido serios problemas para jugar fuera del País Vasco en sus desplazamientos por LaLiga.

Que la gentuza , la gente despreciable, se comporte de esa manera está en su naturaleza pero que sea apoyada y animada en sus perfomances radicales por la comunista Rego y el insustancial Albares, sumando al Gobierno al boicot a la Vuelta mientras no abandone el equipo ciclista israelí, evidencian su insultante irresponsabilidad e imprudencia echando gasolina al fuego.

En el caso de Albares también está en su naturaleza: la tontuna de Napoleonchu es inversamente proporcional a su estatura política. A menos talla política más idiota. Presumir del gran peso internacional de España cuando tu presidente es ninguneado en los foros internacionales a uno y otro lado del Atlántico Norte y enfrentarse a Washington, pelearse con un país hermano como Argentina o indultar a Hamás mientras encabezas la ofensiva europea anti-israelí no son credenciales para presumir de diplomacia e influencia internacional. A Napoleonchu siempre le quedará el consuelo, cuando deje el Gobierno, de haber intentado hasta el ridículo que el catalán sea lengua cooficial en la Unión Europea, su gran objetivo en Exteriores, así reconocido por él mismo, por mandato de quien le sostiene en Santa Cruz y a Sánchez en Moncloa. Un tal Puigdemont.