El 12 de octubre tiene sus tradiciones: corrillos, patrulla Águila, abucheo al presidente… Esto último comenzó con Zapatero y estuvo a punto de redirigirse a Rajoy cuando le pillaron diciendo aquello del coñazo y el plan apasionante la víspera del desfile en la Castellana. Pero no ocurrió. Para Rajoy solo hubo silencio. Es por tanto a los presidentes socialistas a los que es costumbre insultar y abuchear el 12 de octubre. Lo hace una gente (¿cuánta gente?) supuestamente de orden que, sigo suponiendo, asiste al desfile por motivos relacionados con el amor a la patria y sus instituciones; una gente que, pongamos por caso, todavía recordará con indignación cómo Rita Maestre descubrió su torso protestando en una capilla. Que eso no tenga nada que ver con ponerse a insultar al presidente del país en un acto oficial solo puede defenderse desde un presupuesto asombroso y extendidísimo: yo soy el fanático que sí tiene razón.

Más allá de la tradición, tampoco se sabe qué importancia podrán tener los silbidos rituales del 12 de octubre. Aunque molesta el esfuerzo por utilizar a la turba como argumento de cualquier cosa. Qué disparate. No se fía uno del CIS y va a fiarse del ruidómetro del fondo futbolístico itinerante. Lo curioso es que Sánchez, tan duro y letal en tantas cosas, parece tener la mandíbula de cristal ante el descontento público. Eso es falta de cultura taurina y el ministro Iceta debería informarse un poco y pasarle al jefe un dosier. «Las broncas se las lleva el viento, pero las ‘cornás’ se las queda uno», decía, por ejemplo, Rafael el Gallo, que era un filósofo escéptico. Curro Romero, que además de una autoridad en pitadas es un presocrático de Camas, explica que las broncas también son bonitas porque no demuestran tanto que la gente esté en tu contra como que está decepcionada porque espera mucho de ti y no ha podido verlo. Debería el presidente aparecer en actos como el de ayer con un asesor taurino que le indique cómo sobrellevar el abucheo y cómo responder convenientemente. Belmonte, que era un Platón prognático, le reconoció a Chaves Nogales que el torero oye en el ruedo todo lo que el público le dice, pero añadió a continuación el dato fundamental: es el público el que no oye todo lo que contesta el torero por lo bajini.

El 11 de octubre es en Estados Unidos el ‘Coming Out Day’, el día de salir del armario, y este año DC Comics lo ha celebrado anunciando que en un tebeo próximo el nuevo Superman, el hijo de Clark Kent y Lois Lane, tendrá una relación con otro chico. Dejando a un lado que no es suficiente, ya que el nuevo Superman sigue siendo un hombre blanco lleno de privilegios, la noticia causa una cada vez más frecuente sensación de ‘déjà vu’. Fue en 2012 cuando se celebró que los superhéroes dejaban de ser heterosexuales porque Linterna Verde tenía de pronto novio. Y eso que en 2006 ya había asombrado que Batwoman tuviese novia. Y mira que fue en 1992 cuando Northstar, de los X-Men, gritó en una viñeta que él, como todos sabíamos, era gay. Cierto que Superman es el héroe por antonomasia. Pero insisto: sigue siendo un imperialista violento y volador. (El volador eres tú.) Ni siquiera sabemos qué opinará de la ley Trans.

El FMI rebaja en medio punto la previsión de crecimiento para España en 2021. Antes, el INE corrigió en casi dos puntos el crecimiento en el segundo trimestre del año. Los dos organismos arrojan dudas sobre unas previsiones que el Gobierno utiliza como argumento, pero elevándolas a la categoría de dato incuestionable. Yo imagino que esto tendrá mucha importancia en la esfera económica. Pero no sé si afecta tanto al ciudadano, que tiende a catalogar el optimismo de cualquier gobierno dentro de un género infalible: autobombo de ficción.