Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 8/8/12
Con la polémica detención de Carromero, Cuba ha conseguido un primer éxito propagandístico
El Gobierno ha optado por gestionar desde la discreción el problema creado a raíz de la detención en Cuba del militante de las juventudes del PP Ángel Carromero como consecuencia del accidente de tráfico en el que perdieron la vida los opositores Oswaldo Payá y Harold Cepero. La madre del joven militante popular ha pedido también a los medios informativos prudencia en el tratamiento del caso para evitar que las polémicas que se pudieran suscitar en España perjudiquen la situación del detenido en Cuba.
A las autoridades de La Habana lo ocurrido les ha puesto en bandeja una baza negociadora con España que les permite intercambiar la suerte del militante popular por algunas contrapartidas. Se han encontrado sin buscarlo en una partida de póquer, con la mano a su favor y las mejores cartas. La bloguera y disidente Yoani Sánchez ha expresado también su sospecha sobre las intenciones del Gobierno cubano. «El trasfondo político de este caso no ayuda en nada a Carromero, quien podría convertirse en una pieza de canje para el Gobierno de La Habana con relación a Madrid», ha escrito Sánchez, quien ve en el tono de los editoriales del diario oficial Granma indicios de un «aumento de la escalada verbal contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy, que afronta su primera crisis con Cuba».
De momento, La Habana ha conseguido un primer éxito en el terreno de la propaganda al frenar las sospechas que se extendieron en un primer momento sobre las circunstancias de la muerte de los dos opositores, a pesar de que la familia de Oswaldo Payá y otros sectores de la disidencia sigan sin estar convencidos de la versión oficial y reclamen una investigación internacional independiente. Ha contribuido a ese éxito oficial la propia versión ofrecida por Ángel Carromero a través de un vídeo grabado por la policía mientras permanece detenido.
Las condiciones en que se han efectuado esas declaraciones por el detenido no es que inspiren precisamente confianza en un régimen que fue capaz de obtener confesiones inculpatorias en público de tipos tan bregados como el general Arnaldo Ochoa, héroe de las guerras de Angola o Somalia, o el coronel Tony de la Guardia, el agente de Tropas Especiales con un currículo de actividades clandestinas que no lo mejora el personaje de ninguna novela, a pesar de que con sus confesiones se aseguraron una plaza delante del pelotón de fusilamiento.
Sin embargo, lo más relevante del caso relacionado con la muerte de Oswaldo Payá es que nadie ha sido capaz de ofrecer indicios sólidos para sostener la sospecha de que el accidente del coche que conducía Carromero fuera provocado.
En esas circunstancias, la decisión del Ejecutivo español de afrontar el asunto sin ruido y sin buscar la confrontación con La Habana parece la más acertada a priori para alcanzar el objetivo de conseguir el retorno a casa en el menor tiempo posible del militante popular.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 8/8/12