Kepa Aulestia, EL CORREO, 16/10/12
La coincidencia de las encuestas en pronosticar para el PNV veinticinco escaños o más y los reiterados anuncios de sus dirigentes sobre la necesidad de un acuerdo inter-institucional que ataje la crisis afianzan la idea de que Urkullu y su partido piensan gobernar en solitario o, para ser más precisos, a través de un eje trazado entre Ajuria Enea y el Palacio Foral vizcaíno. La comprometida situación que supondría para los jeltzales decantarse por pactar con EH Bildu o hacerlo con el PSE-EE les conduce hacia la calle del medio, infinitamente más cómoda, de constituir un gobierno monocolor.
Los demás partidos y en especial los socialistas se frotan las manos pensando que el PNV no tendrá más remedio que compartir tareas de gobierno o establecer cuando menos un acuerdo de legislatura para así salvar los presupuestos. Pero sus deseos poco tendrán que ver con la realidad que suceda al escrutinio si éste concede a Urkullu un tercio o más de los escaños de la Cámara vasca. Porque se olvidan de dos detalles. En primer lugar, de que más importante que la votación formal de las cuentas públicas en el Parlamento será la sintonía que el nuevo Ejecutivo alcance con las diputaciones sobre el reparto de la recaudación, y es ahí donde el entendimiento con José Luis Bilbao resultará crucial para el próximo lehendakari. En segundo lugar, si ningún partido se apresta a secundar al Gobierno sobre las cuentas de 2013 o 2014 la presidencia del Parlamento podría recurrir a los precedentes de Atutxa haciendo que las enmiendas a la totalidad se voten una por una, o el propio Ejecutivo podría optar por la prórroga presupuestaria visto qué poco se respetan las partidas aprobadas en estos tiempos de incertidumbre endeudada.
Tres meses y medio después de quedarse con tan solo 25 parlamentarios, tras la ruptura del pacto de legislatura por parte de Basagoiti, el lehendakari López se vio obligado a adelantar las elecciones. Pero él fue de más a menos, mientras que quien habite Ajuria Enea tras los comicios del domingo proclamará que su destino es sumar acuerdos. La precariedad que implica todo gobierno en minoría forma parte del paisaje institucional vasco. Lo excepcional es que se gestione con mayoría absoluta.
La anomalía es consecuencia de las incompatibilidades que persistirán durante tiempo entre las cuatro grandes formaciones, ahora que la izquierda abertzale ha regresado al juego institucional, limitando las posibilidades de alianzas y contra-alianzas. Se trata de una dinámica que hace de la pluralidad una excusa perfecta para eludir acuerdos de fondo. De hecho si Urkullu gana las elecciones con una diferencia de tres o cuatro escaños sobre EH Bildu contará a su favor con la comprensión hacia el «lehendakari útil» que elude el pacto con el tercero –PSE-EE– para no tener que enfrentarse abiertamente al segundo.
Pero además la derivada que anuncia el PNV parece sustituir la estabilidad que el Gobierno ha de labrarse en el Parlamento por el rodeo de los acuerdos a cuatro, entre el Ejecutivo autonómico y las diputaciones, que consagraría la concepción confederal de Euskadi en detrimento de la centralidad de los órganos comunes, reproduciendo no solo el esquema de país con el que los jeltzales saludaron el restablecimiento de la democracia en 1977 sino incluso sus propios equilibrios internos. De modo que el Parlamento recuperaría su papel central solo para emprender el camino soberanista.
Kepa Aulestia, EL CORREO, 16/10/12