Juan Carlos Girauta-ABC
Destaca, entre las trampas del Ejecutivo Sánchez, el endilgar sus responsabilidades a las comunidades autónomas
Un publirreportaje de Sánchez, un fantasmal «plan de choque» sin concreciones y un tuit del Ministerio de Sanidad con música relajante, sin voz. Eso es todo. Llegan el día después del 8M, porque eso era sagrado. «Tarde, mal y nunca» debería ser el lema del Gobierno cuyo principal partido exprimió la crisis del ébola como un limón. Una auxiliar de enfermería contagiada y curada, y un perro sacrificado, justificaron este mensaje del PSOE en octubre de 2014: «Rajoy es responsable de la crisis del ébola por poner a una irresponsable en Sanidad».
Metidos en el crecimiento exponencial de la enfermedad sin que el gobierno haya hecho nada, con el número de infectados doblándose en dos o tres días, solo hemos
obtenido llamadas a la calma de Fernando Simón, nuevo opio del pueblo en forma de epidemiólogo, un señor que por lo visto gusta mucho y que dejó al criterio de cada cual el acudir o no a una manifestación multitudinaria.
No sé si todavía entonará hoy alguien la cantinela del «es como una gripe». No lo descarto. Pero cualquiera con sangre en el cuerpo tiene que estar mosqueado con tanta llamada a la tranquilidad, sin más, mientras Italia tiene a dieciséis millones de personas en cuarentena desde el sábado. Italia, que hace una semana presentaba el número de infectados que hay ahora en España.
El Gobierno de progreso ha evitado tomar las necesarias medidas de contención que, con muchísima suerte, podrían permitir que la vacuna llegue a estar disponible antes del colapso de las unidades de cuidados intensivos, siempre y cuando la subida de las temperaturas ralentice la expansión del virus, como prevé una parte de los especialistas.
Hace cuatro días, la asociación que agrupa a los anestesiólogos italianos lanzó unas recomendaciones de ética clínica ante la inminente tesitura de aplicar criterios para el triaje: a quién habrá que primar y a quién habrá que postergar. Es decir, quién sobrevivirá y quién no cuando los servicios estén a punto de desbordarse, o directamente desbordados. Pero, para anestesiólogo, Fernando Simón, que ha equivocado la especialidad. Es oír su voz ronca y atiplada y quedarse uno instalado en el conforme discurrir de las cosas, sin preocupaciones. Una cosa taoísta. O, trayéndola hacia acá: que sea lo que Dios quiera.
Destaca, entre las trampas del Ejecutivo Sánchez, gobierno de la inoperancia y de la nada, el endilgar sus responsabilidades a las comunidades autónomas con el aplauso de su coro unánime. Como si la Administración General del Estado no tuviera aquí nada que cortar. Falso. La Ley General de Sanidad le asigna a aquella el desarrollo de «los servicios de vigilancia y análisis epidemiológicos y de las zoonosis, así como la coordinación de los servicios competentes de las distintas Administraciones Públicas Sanitarias en los procesos o situaciones que supongan un riesgo para la salud de incidencia e interés nacional o internacional» (artículo 40.12).