TONIA ETXARRI-EL CORREO
Son solo encuestas. Pero reflejan la imagen fija del momento. Es el termómetro de la opinión pública. El estado de la nación cuyo debate en el Congreso de los Diputados no se celebra desde el 2015 está emitiendo luces de alarma al Gobierno de Pedro Sánchez. Si las elecciones se celebrasen ahora, según el último sondeo de GAD3 publicado por este periódico, la derecha le doblaría el pulso al PSOE y conseguiría, con la ayuda de Vox, la mayoría absoluta. Una tendencia muy similar a la que marcaron la mayoría de encuestas rigurosas con las elecciones de Madrid. Y acertaron. Quienes sostenían que los resultados electorales del 4-M en Madrid difícilmente podrían proyectarse a nivel nacional y trascender a unas elecciones generales, empiezan a percatarse de que debajo del edificio de la Moncloa hay arenas movedizas. Que la idea del «cambio de ciclo» que está proclamando el PP desde que Isabel Díaz Ayuso le ganó al PSOE de Sánchez en Madrid en las urnas, empieza a cuajar en la mayoría de los sondeos. Si el partido de Casado y el de Abascal pueden llegar a sumar 178 escaños (si contasen con Ciudadanos y Navarra suma llegarían a 182) se daría un vuelco al tablero de la Moncloa porque, por primera vez desde que está Sánchez, la izquierda no podría sumar una alternativa de gobierno, ni siquiera con la ayuda de los nacionalistas. Son malas noticias para Pedro Sánchez, que se olvida del pasado y huye hacia el futuro para escaparse del presente que se le antoja adverso.
El electorado madrileño, el pasado 4 de mayo, premió la capacidad de reacción de su presidenta en la gestión de la pandemia del Covid, su modelo liberal frente a la deriva intervencionista del populismo de extrema izquierda. Y castigó a quienes quisieron volver a las trincheras del odio y al renacimiento de los bandos de otras épocas de infausto recuerdo. Y aunque el PP no tenga, hoy por hoy, un candidato que atraiga con la misma fuerza que Isabel Díaz Ayuso el voto transversal, el desgaste del Gobierno de Sánchez puede explicar el vuelco que preconizan las encuestas. La falta de credibilidad después de tantos bandazos en la gestión sanitaria y económica, tanta opacidad en la toma de decisiones y los intentos fallidos de controlar la justicia haciendo caso omiso a las exigencias de Bruselas han ido haciendo mella en la opinión pública. El ‘antisanchismo’, como factor aglutinador del voto, despuntó en Madrid pero, según los sondeos, puede extenderse en buena parte del país como una mancha de aceite.
Si los socialistas pueden quedarse con 103 escaños y el desmoronamiento de Podemos le dejaría al partido morado con 17 diputados, Pedro Sánchez intentará aguantar, con la vacunación y los fondos europeos en los 32 meses que le quedan de legislatura. Para ganar tiempo. La duda está en si puede alargarse tanto una campaña electoral. Porque la oposición, que ha olfateado su debilidad como la detectó Mohamed VI desde Marruecos, aprovechará la situación tan complicada de Sánchez al que se le están torciendo los planes. El conflicto con Marruecos tendrá su recorrido, a pesar de su pronta reacción. El ‘efecto Illa’ ha fracasado en Cataluña. Y la derecha, desde el desplome de Ciudadanos, ya no está tan fragmentada. Ni siquiera cuenta con los apoyos parlamentarios del comienzo de la legislatura. Teodoro García Egea, en la entrevista que publica hoy EL CORREO, subraya esa contrariedad: «La mayoría que le impulsó ya no existe». Ya no confían en él. Tendrá que aprender de los errores cometidos. Ya no le servirá agitar el fantasma del miedo a la derecha. En Madrid no le funcionó.