Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
En este país no es sencillo saber quién gobierna, pero sí lo es saber quién manda. Nos manda el prófugo de la justicia que dirige Junts, es decir, dirige el Gobierno y, para hacerlo todo más divertido, lo hace desde el extranjero. Junts, cuyo objetivo final es romper el Estado que le cobija y le financia, se cargó la pasada semana el decreto ómnibus. Para hacer apetito. El PP aportó volumen de votos pero el determinante del rechazo lo proporcionaron los diputados independentistas. Ayer, condicionaron el Consejo de Ministros, modificaron el horario, alteraron su contenido y retrasaron su presentación. No es fácil encontrar en la historia un partido que saque tantos réditos con tan escasa representación parlamentaria.
Desde luego es un ejemplo de rentabilidad que debería enseñarse en las escuelas de negocios. El Gobierno perdió el pulso. En contra de lo que prometió al ser derrotado en la votación de la pasada semana habrá un nuevo decreto solo con las medidas sociales. En contra de lo que prometió, habrá otro decreto para las medidas fiscales que no entraron en la negociación de ayer. En contra de lo que prometió, acepta debatir en el Congreso una cuestión de confianza que le repugna. Habrá quien piense que le ha cogido el gusto a esto de doblar la cerviz, pues el lunes lo hizo el ministro de Economía para enviar a la comisión delegada la propuesta de Yolanda Díaz de reducción de la jornada laboral, por el momento, en las condiciones que le exigía Sumar, es decir su socio de gobierno.
Para empezar la semana y en solo dos días, no está nada mal. Y eso que tuvo ayer el apoyo de unos datos globales excelentes del empleo, proporcionados por la Encuesta de la Población Activa, y así consiguió desviar unos grados y durante unos segundos la atención pública.
Estaba claro que las pensiones se iban a revalorizar y las rebajas del transporte se iban a mantener, pues no hay partido político en este país que aguante la presión ejercida por diez millones de votantes que la reclamaban.
Pero eso era tan obvio que no se explica la insistencia en negar hace una semana lo que aprobó ayer. Con lo poco que le hubiera costado presentar de inicio el decreto ómnibus troceado y con lo menos que le hubiera costado presentarlo esta semana por partes. Pero el rebote que sufrió al ver que solo conseguía aprobar lo que le aprobó el PP le ha conducido a este nuevo y humillante episodio, del que solo obtiene el alivio de ver que la humillación es solo ante Junts y no ante el PP. Si eso le consuela…