Gobierno insolidario

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

La situación energética en Europa es un mezcla de curiosidad, drama, imprevisión e improvisación. Lo curioso es que estamos en medio de una guerra muy peculiar. ¿Se imaginan a Hitler vendiendo carbón a Reino Unido para mover su industria en 1940? ¿O a Sadam Hussein entregando petróleo a los Estados Unidos en medio de la intervención de Kuwait? Pues algo de eso sucede ahora. No hay un enfrentamiento directo entre Rusia y la UE, pero lo hay por persona interpuesta. Europa entrega armas a Ucrania para que maten a rusos y Rusia vende gas a Europa para obtener el dinero que necesita para fabricar armas que utiliza para matar a ucranianos. ¿Tiene algún sentido este extraño conflicto? No sé, yo no lo veo. Por el camino tenemos el drama. No me refiero ahora al humano, que sin duda es el principal, sino al energético que tiene a la UE en un sinvivir, pendiente del estado de ánimo del sátrapa moscovita que lo mismo amaga con no reabrir el gasoducto que nos alimenta que promete hacerlo a la mayor brevedad.

La imprevisión ha sido el diseño de un sistema energético, lleno de buena voluntad ecológica y atiborrado de ingenuidad estratégica. Desde luego, la más ingenua fue la excanciller Merkel -el ídolo que se nos ha derrumbado-, quien supuso que podía colocar sin peligro a la industria alemana al final de una delgada tubería de gas que manaba en Rusia y desaguaba en el Rhur. No le tembló el pulso a la hora de cerrar las minas de carbón ni a la de renunciar a las centrales nucleares. Ahora lo que tiemblan son las piernas de la industria y de la sociedad alemana, aterrorizados por depender de algo tan inestable, cuando encaramos el invierno con las reservas disminuidas.

La Comisión ha improvisado un plan de emergencia que incluye una serie de medidas de racionamiento. Serán sin duda necesarias, pero empieza mal al darles un carácter voluntario. No resulta sencillo encontrar en la UE episodios de sacrificios voluntarios y por eso no habrá más remedio que pasar pronto a la fase de las obligaciones.

En España tenemos algunas ventajas. Disponemos de una gran capacidad de regasificación que nos permite diversificar aprovisionamientos. Más que fruto de una gran visión, esto es consecuencia del tradicional aislamiento del país al carecer de conexiones por tubería con Europa. Pero ahora son una bendición.

Un activo que el Gobierno aseguró ayer que está dispuesto a compartir… a su precio. Me parece muy poco inteligente. La UE ha sido generosa con nosotros en el pasado y volverá a serlo en el futuro, cuando las primas de riesgo se disparen. ¿Qué habría sucedido si nos hubiesen cobrado los más de 70.000 millones de subvención incluidos en el Plan Next Gen? ¿Qué sucederá cuando no nos ayuden una vez el BCE deje de comprar deuda española? Me parece una decisión tan absurda e incomprensible como injusta y peligrosa.