EL CORREO 08/03/15
· Dos encapuchados matan a tiros en Bamako al grito de ‘Alá es grande’ a un belga y un francés y dejan en estado crítico a dos delegados de la UE
Cinco personas fallecieron en la madrugada del sábado en el atentado contra un establecimiento hostelero frecuentado por occidentales en Bamako, la capital de Malí. Dos encapuchados irrumpieron a primera hora de la madrugada en el restaurante La Terrasse gritando «Allahu Akbar», Dios es grande en lengua árabe, lanzando granadas y disparando indiscriminadamente contra los clientes. Tras perpetrar el asalto, los atacantes huyeron en un vehículo y en su fuga abatieron al conductor de un vehículo de la Policía y a un ciudadano belga que se hallaba en la puerta de su domicilio. Un francés ha muerto en el incidente y dos suizos, miembros de la delegación de la Unión Europea, se hallan en estado crítico.
La lista de víctimas mortales también incluye un miembro de la seguridad del local y una niña, y algunas informaciones hablan incluso de un tercer expatriado. Dos individuos han sido detenidos por tener «rasgos parecidos» a los de los atacantes. El acto terrorista, asumido por el grupo Al-Mourabitoun en «venganza» por la reciente muerte de uno de sus líderes y porque «Occidente insulta» al profeta Mahoma, se ha producido en el barrio L’Hippodrome, área urbana donde se sitúan numerosas embajadas, hoteles y residencias de extranjeros.
La noticia del atentado ha diseminado el miedo en la ciudad, hasta ahora ajena a la crisis que vive el país africano, objetivo de varios grupos de inspiración yihadista. La invasión de las provincias septentrionales por rebeldes fundamentalistas en 2012 dio lugar a la intervención militar de Francia, antigua metrópoli, que restableció el control sobre el territorio, pero no ha evitado constantes incursiones de células islamistas.
Grupos segregacionistas
La paz no ha regresado completamente a la república sahelina desde que la operación gala diera teóricamente fin a la ocupación radical y restableciera el control por el régimen. Desde el final de los combates, el Gobierno del presidente Ibrahim Bubacar Keita ha intentado llegar a un acuerdo con los secesionistas tuareg, entonces levantados en armas junto a los fundamentalistas próximos a Al-Qaida y, posteriormente, rechazados por sus aliados. El diálogo, auspiciado por la misión de la ONU, resulta esencial para garantizar una postura común frente al peligro fundamentalista, pero se ha visto obstruido por la desconfianza mutua y el estallido de esporádicos choques armados.
La firma de un preacuerdo el pasado domingo con las formaciones segregacionistas está pendiente de ser rubricado a finales de mes y depende de la consecución del necesario consenso sobre el estatus final del territorio en disputa, conocido como Azawad y situado al norte del río Níger. La suspensión de las elecciones municipales y regionales, prevista para el 26 de abril, ha sido achacada a la situación de zozobra que vive la zona y que incluye las ciudades de Tombuctú, Gao y Kidal.
El caos que vive Libia ha sido esgrimido por el ministro español de Asuntos Exteriores como origen de este suceso. A juicio de José Manuel García Margallo, cualquier atentado es siempre una malísima noticia «pero esta si cabe es peor, porque se estaban celebrando una conversaciones que, en teoría, deberían haber abocado en un acuerdo de pacificación de Malí, en concreto de la parte norte». El político alertó sobre el conflicto «que tenemos en el patio trasero de casa y que puede tener consecuencias muy importantes en términos de seguridad, inmigración y seguridad energética».