ABC 13/01/17
CARLOS HERRERA
· ¿Y de qué se trata en este caso?: de que, aunque haya prescrito el delito, no puedan escapar los autores en el caso de que se les pueda identificar
ES una gran noticia la que nos llega desde la Fiscalía que encarna Pedro Rubira y del juzgado que preside Ismael Moreno. Puede reabrirse la esperanza ante los casos de terrorismo de ETA vergonzosamente prescritos por esta laxa y acomplejada penalidad española que permite que un asesino deje de serlo simplemente por el paso del tiempo. ABC ha informado acerca de «los novios de Cádiz», la pareja gaditana acribillada en Guipúzcoa durante aquellos años en los que el plomo era la ley y el silencio cobarde era, prácticamente, la única reacción. No hace tanto tiempo, en una zona de España en la que unos pocos héroes se jugaban la vida ante la cobardía moral de una buena parte de sus moradores, gente como esta pareja gaditana desplazada laboralmente a Beasain vivía en la peor de las reservas sociales: las de aquellos que sabían que cualquier día podían ser ametrallados. A Hortensia y Antonio, dos jóvenes que apenas traspasaban los 25 años, les vaciaron varios cargadores cuando circulaban en su Renault 5. Era un 6 de enero de 1979. Aquella pareja de novios hoy sería una pareja de adultos recreados en la sesentena o próximos a ella, pero, para su desdicha y la de sus familiares, alguien decidió ametrallarlos por el hecho de ser un joven guardia civil y su pareja. Sé, como sabemos todos, de la soledad de las familias de aquellos valientes cuando se enfrentaban a la soledad del día siguiente, empezando por la miseria moral de no pocos curas y por la vergonzosa cobardía de un par de obispos, basura purpurada que avergonzará por siempre a la Iglesia. Los muertos y los suyos se quedaban solos. Solos. Y había que enterrarlos casi clandestinamente. Diego, el hermano de Antonio, guarda aquel R5 solo para llevar a su nonagenaria madre al cementerio, ya que es el único coche en el que no se marea.
¿Y de qué se trata en este caso?: de que, aunque haya prescrito el delito, no puedan escapar los autores en el caso de que se les pueda identificar. No va a ser fácil: más de trescientos asesinatos de ETA están por aclarar, y aunque muchos de ellos resultaran resueltos, e identificados sus asesinos, quedarían en libertad por haber pasado un número determinado de años. Los muertos siguen muertos, por supuesto, pero los asesinos dejan de serlo. Ahora bien, sostiene el fiscal que su permanencia continuada en ETA, en el caso de demostrarse, podría condenar a los asesinos de los novios de Cádiz, lo cual es una extraordinaria iniciativa legal de la que todos debemos alegrarnos. La Fundación Villacisneros, en nombre de una hermana de Hortensia, la novia del guardia civil Antonio, presentó un escrito el 12 de octubre del año pasado contra la prescripción de estos dos asesinatos, los primeros de una larga lista de casos que esta entidad pretende reabrir. El fiscal, como les decía, ha informado a favor de la reapertura y el magistrado pide a las autoridades informes varios para tratar de aclarar el crimen. Por aquel entonces, aunque parezca mentira, las investigaciones sobre un crimen se cerraban pronto, ya que las fuerzas de seguridad y los juzgados no daban abasto. Entonces se mataba mucho en España. Hoy, reabrir los casos no garantiza nada, pero puede que en alguno de ellos se llegue a aclarar alguna autoría y los diferentes autores acaben en la cárcel –si no lo estuvieron ya– por el delito continuado de pertenencia a banda armada, no tanto por las balas con las que acabaron con vidas como las de estos dos novios que a punto estaban de casarse.
Por ello, por esta justicia tardía pero imprescindible, hay que dar las gracias a la Fundación Villacisneros presidida por Íñigo Gómez Pineda, al bufete Milans del Bosch Abogados, al fiscal, al juez y a la buena gente que no olvida.