ABC 13/06/14
DAVID GISTAU
· «Entiendo la elección de un festivo, si de lo que se trata es de no interrumpir el tráfico en un laborable y de que la gente pueda acudir»
La proclamación no me viene bien el 19. Lo digo aquí porque, para coordinarla, nadie me ha incluido en un grupo de WhatsApp, como cuando organizamos asados. Bien está haber renunciado al Mundial por criterio periodístico e instinto histórico. Para que el día de mañana –suponiendo que lo haya– cuando sean emitidas las imágenes del advenimiento felipista, uno no tenga que decir que ese día faltó porque estaba viendo un partido de Nigeria con las chancletas de bajar a la playa. En España, a poco que te descuides, los acontecimientos te pillan en los toros o en el fútbol, en cuyos estadios se embalsa esta adaptación del dolor noventayochista que aún tiene que pasar por el trance de la extinción de la gloria sudafricana. Pero después de renunciar al Mundial, y de resignarme incluso a un traje cuya corbata deberá enlazarme Fel, ya que es mi Petronio de guardia, resulta que la proclamación está prevista para el día de mi cumpleaños. Este otro acontecimiento probablemente sea de menor importancia, sobre todo en un contexto de Segunda Transición, pero en fin, tenía planes. Para evitar estos conflictos está el WhatsApp. Y no me llamen egoísta: hubo diputados que se resistieron a coronar al Rey en fin de semana porque preferían viajar a casa, que una cosa es la ocasión histórica, y otra perderse una paella. Al menos dispondré de un truco mnemotécnico para recordar siempre la fecha, como ocurre con el nacimiento de mi segundo hijo, cuyo aniversario es el único que jamás olvido porque nació el mismo día que mataron a Bin Laden. No fue una noticia por la que mi esposa demostrara gran interés mientras cogía el ritmo de las respiraciones en el paritorio. Después tampoco aprobó la sugerencia de que al chico lo llamáramos Neivisil.