- En esta deplorable era el bando de los buenos es antisemita. Por fortuna hoy existe Israel, hogar nacional de los judíos. Está librando guerras en varios frentes. Nadie lo dude: va a liquidar a Hamás porque su supervivencia depende de ello. Esto no es un juego
La flotilla antisemita merece más atención. No por lo que sus impulsores tengan que decir sobre el conflicto bélico en el que se van a meter, sino por el hecho de que se vayan a meter. Por insufrible que resulte Greta, por nociva que haya sido Colau para la ciudad que me robaron, por jeta que tengan los subvencionados crónicos, por estomagante que sea la propaganda podemita de a bordo, no les deseo lo que les espera si van en serio.
Periodistas frívolos se hipnotizan con la estética marinera de todo a cien o, peor, se hacen eco de consignas proterroristas. Pero la banda pija del turismo de guerra no deja de incurrir en irregularidades, que conllevan peligros técnicos, ni ceja en el anuncio de su objetivo, que asegura peligros bélicos. Aunque me parezcan idiotas mezclados con malvados, no los quiero ver en el matadero.
Y allí es adonde les empujan las autoridades españolas y, si nadie lo remedia, escalas mediante, las de Italia, Túnez y Grecia. Aquí, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ayuntamiento de Barcelona empujan entusiastas a barcos de cuya inspección y seguro cabe dudar. ¿Se han comprobado? ¿Qué hay del preceptivo despacho de buques, requisito sin el cual no se zarpa? ¿Consta la documentación de los barcos, tripulación, certificados y seguridad? ¿Cumplen la ley en materia de chalecos, radiocomunicaciones, balsas y pirotecnia? ¿Quién lo ha comprobado? El hecho es que no consta la autorización de Capitanía para la salida de las embarcaciones, ni el plan de salvamento y apoyo.
¿Qué aseguradora cubre una operación explícitamente dirigida a romper un bloqueo marítimo y entrar en una zona de guerra? Los improbables inspectores del Puerto de Barcelona deberían explicar por qué unas olitas en Badalona obligaron a regresar al barco de Greta y Colau dos horas después de que cinco mil judeófobos las despidieran. Y por cierto, el Ayuntamiento de Barcelona carece de competencias sobre el Puerto de Barcelona.
Pero los peligros serios, obviamente, son otros: el Derecho Internacional de conflictos en el mar jamás cubrirá una operación naval consistente –según anuncio previo– en romper un bloqueo plenamente legal según las normas aplicables: el beligerante está autorizado a interceptar y capturar los buques. Si alcanzaran Gaza, cosa poco probable, pasarían (así lo quieren y así sería) a coordinar sus estériles operaciones con Hamás, una organización terrorista. Así, financiar la flotilla es una forma de colaborar con terroristas.
Romper bloqueos navales no es un derecho. Si se hace en coordinación con organización terrorista, es asunto penal. Ahí se verán también quienes desde las administraciones públicas den cobertura o financien esta locura, este escaparate del buenismo. En esta deplorable era el bando de los buenos es antisemita. Por fortuna hoy existe Israel, hogar nacional de los judíos. Está librando guerras en varios frentes. Nadie lo dude: va a liquidar a Hamás porque su supervivencia depende de ello. Esto no es un juego. Detengan la flotilla antes de que sea demasiado tarde.