¿’Grexit’ ó ‘Cat-exit’?

EL ECONOMISTA 19/07/15
AMADOR G.AYORA, DIRECTOR DEL ECONOMISTA.ES

Ahora que parecía volver la calma después de la batalla griega resurge el conflicto catalán. El acuerdo alcanzado a comienzos de esta semana entre Artur Mas y Oriol Junqueras con las asociaciones independentistas catalanas podría darles la mayoría absoluta en las elecciones del próximo 27 de septiembre.

El detonante del pacto fue un sondeo recogido por La Vanguardia el pasado fin de semana, que pronosticaba que sólo mediante su unión los independentistas tendrían opción de alcanzar la mayoría absoluta. El sondeo sirvió de acicate para salvar las diferencias ente Mas y Junqueras, que se reunían ese domingo.

El compromiso es una huida hacia delante de Artur Mas, que con su aventura soberanista ha destruido su partido, Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), y quemado los puentes del entendimiento con el Estado español. Es difícil entrever el resultado con dos meses de antelación. Pero está por ver que el pequeño empresario, tradicional apoyo de CiU, vaya a votar a una plataforma integrada por partidos de izquierda. Mas está más solo que la una, como se vio este jueves en el funeral por Leopoldo Rhodes, con los afilados arcos góticos de la basílica de Santa María del Mar como telón de fondo, en el que la burguesía catalana lo ninguneó.

El motivo de tanto rechazo e indignación con el aún president es porque el proceso soberanista tiene un coste altísimo y conduciría a una especie de ‘cat-exit’ al estilo del ‘Grexit’ griego. Es el espejo en el que debe mirarse para descubrir el camino que recorrerá Cataluña. Atenas pasó de manejar una previsión de crecimiento del 3,5 por ciento este año a una caída que rondará el 4 por ciento del PIB. El órdago a Europa se ha llevado por delante 7,5 puntos del PIB en apenas unos meses.

La banca griega, con mejores ratios por término medio que la española, está ahora en quiebra y la morosidad afecta por término medio al 70 por ciento de su cartera de créditos. Imagínese que más de la mitad de las empresas catalanas no pudiera hacer frente a sus préstamos y viera bloqueadas sus cuentas de la noche a la mañana. Es lo que les espera. Al día siguiente de consumar su independencia, Cataluña se vería forzada a emitir moneda y ponerse a la cola con Hungría para entrar en el euro.

Estoy convencido, como dijo Mariano Rajoy, de que eso no ocurrirá jamás. Pero las tensiones económicas que puede provocar una proclamación soberanista acabarían de golpe con la recuperación y reviviría las temores de cuando estuvimos a punto de ser rescatados por Europa. Es un órdago sin sentido, una irresponsabilidad.

Mas, al igual que hizo Tsipras, engaña a su pueblo cuando promete que seguirá en el euro, ya que no tiene garantía alguna de que sea así. Hasta ahora ha recibido el ninguneo de la comunidad internacional, desde Estados Unidos a Alemania. Nadie está dispuesto a abrir el melón de la ruptura del Estado español en un mundo globalizado, donde la tendencia es a reagruparse, como hacen Europa o Suramérica, en torno a la Alianza del Pacífico y al Mercosur.

El euro que promete el president es un papelito sin apenas valor, como el dólar en Venezuela o en Argentina. Isidro Fainé abrió el camino para llevar la sede de La Caixa a Madrid; el Sabadell o el grupo Planeta han advertido de que se irán, al igual que el grupo industrial de La Caixa, que factura más fuera que dentro de la comunidad autónoma.

¿De qué vivirá Cataluña si desaparecen las alrededor de 3.000 multinacionales domiciliadas en su territorio? ¿Qué empresas genuinamente catalanas tirarán de su economía? Algunos sueñan con ser una pequeña Suiza o un centro financiero internacional, en un mundo donde se libra una fiera batalla entre los paraísos fiscales para sobrevivir a la creciente presión para regularizarlos.

El nuevo pulso de Mas es para tratar de doblegar al Estado, aprovechando la posible debilidad del futuro Gobierno español, que salga de las urnas a finales de año. Rajoy se equivocó al recurrir el Estatuto catalán al Constitucional, y al mantener y no enmendar su política frentista contra los catalanes.

Es incomprensible que incumpliera su promesa de reformar la financiación autonómica por falta de recursos y ahora pretenda tirar la casa por la ventana para anticipar la bajada de impuestos y mejorar la paga de los funcionarios. ¿Si hay dinero para una cosa, por qué no lo hay para intentar reequilibrar las finanzas de las autonomías?

La falta de atención de Rajoy respecto a las autonomías está también detrás del éxito electoral de Ximo Puig y Mónica Oltra en la Comunidad Valenciana, o de la pérdida de los gobiernos de Baleares o Aragón, y de las dificultades para mantener en pie bastiones como Murcia o La Rioja. Rajoy debe encargar a Jorge Moragas, su jefe de campaña y reputado catalán, que abogue por una política de gestos y evite el choque de trenes. Es un poco tarde, pero no hay que dar más munición a Mas. Es mejor tarde que nunca.