Ana Martín-El Debate
- No había visos de mayoría absoluta para la presidenta antes de la campaña, ni tampoco una vez terminada. Pero el PP está convencido de que superará en escaños a la suma de la izquierda
Se suponía que 2025 iba a ser el primer año sin una sola cita electoral desde 2013. Pero, en el último suspiro de octubre, apareció María Guardiola para llamar a los extremeños a las urnas el 21 de diciembre, invocando la necesidad de romper el bloqueo al que el PSOE y Vox venían sometiendo a Extremadura, según su presidenta.
La campaña de las elecciones extremeñas con mayor proyección nacional bajó este viernes el telón con la certeza -la tienen hasta en el PSOE- de que Guardiola ganará los comicios, pero con una gran incógnita: cómo de amplios serán su triunfo y el descalabro del PSOE, lo que a su vez marcará su grado de dependencia de Vox para la legislatura entrante. Que es, también, el único consuelo que les queda a los socialistas.
No había visos de mayoría absoluta para Guardiola antes de la campaña -está en 33 escaños- ni tampoco una vez terminada. Pero en Génova 13 creen que, sí o sí, la candidata del PP superará en diputados a la suma del PSOE y Unidas por Extremadura y será la única presidenta posible. Para los populares, necesitar solo la abstención de los de Santiago Abascal y no su voto afirmativo significa mucho; significa poder retar a Vox a votar junto con el PSOE en contra de la investidura de Guardiola. Aunque el Vox de este lunes no será el mismo Vox de la legislatura pasada: las encuestas le han venido dando entre nueve y diez escaños, frente a los cinco actuales.
La presidenta extremeña está dispuesta a amagar con una repetición electoral y los populares creen que un hipotético encastillamiento de Vox le perjudicaría para las elecciones venideras en Aragón y Castilla y León. Pero el peligro para Guardiola es que si conforma con la abstención de Vox, o con un pacto de investidura y no uno de legislatura, gobernar puede serle tan difícil o más que en el mandato pasado, tras la ruptura de su Gobierno de coalición con Vox.
La candidata del PP aspiraba a concentrar el llamado voto útil en torno a ella, pero no hay señales de que el invitado sorpresa de cualquier jornada electoral vaya a aparecer esta vez. Las encuestas en Extremadura han venido evidenciando que los votantes de Vox están muy movilizados y quieren que Guardiola dependa más de Vox, no menos. En el caso de los votantes del PSOE, no hay signos de que vayan a hacer como en Andalucía, donde dieron la mayoría absoluta a Juanma Moreno en 2023 para que no gobernara encadenado a Vox. Por el contrario, el voto desencantado con Miguel Ángel Gallardo ha huido hacia Unidas por Extremadura; cuya candidata reprochó a Gallardo el jueves en el debate de TVE su intento de aforamiento exprés.
El candidato del PSOE protagonizó este viernes el mitin de cierre junto a Pedro Sánchez en Villanueva de la Serena, el municipio del que fue alcalde más de 20 años. Para el presidente del Gobierno era la cuarta parada en Extremadura, después de Mérida, Plasencia y Cáceres. En 16 minutos ya había despachado su discurso ante el virtual perdedor.
¿Hasta qué punto será atribuible a Sánchez la derrota de Gallardo? El expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que se ha implicado activamente en esta campaña, declaró el jueves a El Mundo: «Si perdemos, vamos a tragarnos toda la mierda que el PSOE está depositando como consecuencia de esta gente que en estos momentos está procesada o en la cárcel».
Lo cierto es que Sánchez podría haber intervenido el PSOE de Extremadura -no sería la primera vez que entra manu militari en una baronía- para evitar que concurriera a las urnas con un candidato procesado. Pero no lo hizo. Además, y después de 22 meses de escándalos de corrupción en cadena, esta será la primera vez que el sanchismo se someterá al veredicto de las urnas.
Que se especule con la posibilidad de que Gallardo tenga que dimitir como líder del partido la misma noche electoral o a la mañana siguiente evidencia el ambiente de funeral que se vive en el socialismo extremeño. Su campaña imposible ha recordado por momentos a la que protagonizó Alfredo Pérez Rubalcaba contra Mariano Rajoy en las elecciones generales de 2011, cuando solo podía aspirar a que el siniestro no fuera total.
Guardiola, por el contrario, cerró la campaña sin Alberto Núñez Feijóo en Badajoz. La candidata del PP ha pretendido circunscribir estas elecciones al ámbito puramente extremeño, y a asuntos como la economía, el empleo, los impuestos, el transporte y la central nuclear de Almaraz. Pero con limitado éxito. Mientras que, en Vox, el candidato ha parecido Abascal y no Óscar Fernández, dada la gran implicación del líder del partido en la campaña.
Los candidatos descansan este sábado antes de que los extremeños hablen. Pero, salvo que concedan mayoría absoluta a Guardiola, no serán los ciudadanos quienes tendrán la última palabra: el PP necesitará entenderse con Vox en los despachos.