Iñaki Ezkerra-El Correo
- Ni en el Tour ni en el Giro se ha visto nunca un numerito como el que reventó la Vuelta
La Convención de Ginebra representa el precario círculo de legalidad que se puede trazar en el caos que constituye todo conflicto bélico. Dos de sus puntos esenciales son la expresa prohibición de tomar rehenes y la de utilizar hospitales para poner objetivos militares a cubierto de los ataques enemigos. Ambas acciones, que configuran la práctica habitual de Hamás, son consideradas crímenes de guerra por los tratados internacionales de 1949. Resulta, por tanto, llamativo y sospechoso el modo sistemático en que se omite este hecho por parte de quienes no dejaron de calificar de crimen de guerra el simple uso del derecho a la legítima defensa del Estado de Israel ya en los mismos días de octubre de 2023 en los que se produjo la salvaje ofensiva de Hamás contra la población judía desde la Franja de Gaza. Como lo ha explicado recientemente en nuestra prensa el almirante y analista Juan Rodríguez Garat, «la declaración de guerra a Hamás no contraviene la Carta de las Naciones Unidas».
Otra cosa es la proporcionalidad -que el propio Rodríguez Garat ha señalado- entre medios y fines que, ciertamente, debe guardarse con el fin de evitar o reducir en lo posible el mayor número de víctimas y bienes de carácter civil. En la propia sociedad israelí, hay sectores críticos con Netanyahu y sensibles a ese cabal sentido de la proporción que debe regir la respuesta armada. Sus manifestaciones son la muestra de un pluralismo democrático que no existe ni en el bloque palestino ni en quienes se identifican con éste en nuestro propio país.
Sí. Vienen estas puntualizaciones a cuento del numerito cargado de violencia, ikurriñas y antisemitismo con el que ha logrado nuestra vanguardia ‘euskopacifista’ y propalestina reventar el miércoles la Vuelta Ciclista a España en Bilbao. Ni en el Tour de Francia ni en el Giro de Italia se ha visto nunca algo lejanamente similar. Y se ha visto porque hay una política que lo está alentando y que parte del propio Gobierno Sánchez, al que Bildu y el PNV siguen sosteniendo. El apoyo moral que la ministra ‘sancho-palestina’ Sira Rego ha dado a ese pifostio sintetiza gráficamente su naturaleza mixta y extemporánea. ¿Gudaris del Islam? En efecto, se trata de mezclar el rollo abertzale con el antisemita. Se trata de seguir dando ‘la nota vasca de resistencia’ como si aún estuviéramos en los franquistas años 70. Ha sido Javier de Andrés el que ha dado en el clavo de ese anacronismo en un reciente artículo al definir a la organización terrorista Hamás «como sustituta emocional de ETA» en la llamada izquierda radical vasca. Si seguimos esa pista, repararemos en que asimismo el odio a Israel actuó el miércoles como un ‘sustituto emocional’ del eterno rechazo nacionalista a la propia Vuelta a España.