Ana Belén Ramos-El independiente

La tensión en las negociaciones entre el PSOE y el independentismo para investir a Pedro Sánchez está llegando cotas máximas. A la brecha entre los dos socios del Govern de la Generalitat -ERC y JxCat– se suman las heridas internas en el seno de Ferraz, que este viernes han empezado a supurar.

Si bien los barones territoriales del PSOE se han mantenido, aunque abiertamente críticos, también cautos sobre el principio de acuerdo entre Sánchez y ERC para sacar adelante el preacuerdo con Unidas Podemos, el presidente de Castilla-La Mancha y secretario regional del PSOE, Emiliano García-Page abrió el melón de la polémica el pasado miércoles. «Yo para Reyes lo que no quiero, como no creo que quiera ningún español y española, es vaselina», advertía sobre los posibles acuerdos y consecuentes cesiones al soberanismo catalán. «Queremos tener unos buenos Reyes, un buen 2020 y tener la conciencia tranquila», apuntaba.

Y la resistencia socialista a la dinámica de ceder al independentismo por sacar adelante la investidura tiene también como gran cabeza visible al barón aragonés, Javier Lambán, que ha criticado en repetidas ocasiones que desde el PSOE se mantenga un diálogo abierto con condenados por sedición y defensores de la autodeterminación catalana. De hecho, nunca ha escondido su preferencia por explorar la vía de lograr el apoyo de Ciudadanos a depender de las pretensiones secesionistas. En sus últimas intervenciones, llegaba a tachar de «indeseable» a los de Rufián y Junqueras, al tiempo que consideraba «innecesario» un pacto con los independentistas para que Sánchez se sentase en Moncloa con todas las garantías.

Las declaraciones de los dirigentes territoriales no ha sentado bien en tejado catalán y este viernes Miquel Iceta, protagonista absoluto del día después de haber enturbiado las relaciones entre Sánchez y Torra por un desliz en el que aseveraba, erróneamente, que el jefe del Ejecutivo había llamado al presidente de la Generalitat, ha cargado contra sus compañeros de filas, a los que ha afeado que critiquen la negociación.

Sus palabras, a juicio del secretario primero del PSC, la opinión de Page y Lambán es «inoportuna» y «no parecen propias de presidentes de una comunidad autónoma». Al mismo tiempo, en una entrevista para Catalunya Ràdio, ha pedido «respeto» a los dirigentes socialistas a la decisión tomada por la dirección de Ferraz, aunque puedan caber discrepancias respecto a las reuniones con ERC.

Y el paso adelante de Iceta no ha caído en saco roto. Tanto Page como Lambán han respondido a su homólogo catalán y han profundizado la evidente brecha abierta en el seno del PSOE, pese a las llamadas de la dirección a mantener la cautela en un momento de máxima tensión.

En este sentido, el líder de Castilla-La Mancha ha pedido a Iceta que ya que le pide «respeto» con los independentistas, le gustaría que él, como compañero de partido, le defendiera ante «tanto insulto y ataque» que recibe cuando defiende la igualdad y la unidad de España. Y lanza un órdago a la negativa de Sánchez a abrirse a otras alternativas: «sobre toda España deben hablar todos los españoles y todo el PSOE también».

«Yo creía que negarnos el derecho a opinar a los demás, a los españoles, era algo propio de los independentistas catalanes y exclusivamente suyo, pero estoy viendo que el supremacismo, por desgracia, está haciendo estragos en Cataluña». Eran las duras palabras del presidente de Aragón en respuesta a las declaraciones de Iceta, que asegura seguir esperando la llamada de Pedro Sánchez en el marco de las reuniones que mantendrá con todos los presidentes autonómicos -enmascarando, así, el contacto con Quim Torra tras meses de negativas-.