JUAN CARLOS GIRAUTA-EL DEBATE
  • Confieso que, sin esperar nada del Ibex, tampoco teníamos razones para suponer que la gran empresa española fuera un rebaño de corderitos prestos al degüello
Que Pedro Sánchez tenía una banda, y no de rock, lo supimos antes de que el tipo tocara poder. Que a los integrantes de su banda los premiaría por haber sido terroristas y por un golpe de Estado lo previmos; un fino instinto nos permitía ver en Sánchez a Sánchez mientras las élites españolas en Sánchez mismo a Sánchez no veían. Que el jefe de la banda se pondría a construir una autocracia en cuanto pisara moqueta estaba cantado, por eso no podía sorprendernos que su primera medida fuera decapitar y castrar al diario El País, convirtiéndolo en Lo País. Crudelísimo. Confieso que, sin esperar nada del Ibex, tampoco teníamos razones para suponer que la gran empresa española fuera un rebaño de corderitos prestos al degüello. Hasta que los vimos desfilar, unánimes y alegres, hacia la piedra sacrificial. Con lo que valen para unas cosas y lo cortos que son para otras. La cobardía va de suyo con el dinero, pero, ¿a qué esa estrechez de miras? Es contraintuitivo que para triunfar en los financial markets tengas que ser tan narrow minded. You know.
Una cosa te digo: yo prefiero carecer de helipuerto en casa y poder vivir sin avergonzarme. Los ejecutivos de las grandes compañías ya saben lo que es el sometimiento (de dueños no se puede hablar propiamente cuando hay tantos accionistas, o bien se puede hablar sin que nadie se lo crea de verdad). Ahora tienen que humillarse condenando a Miley porque el silencio no basta, te tienes que retratar, te tienes que mojar, que si no viene Sánchez y se te come por los pies. Pues yo les invito a que no se humillen porque Sánchez se les comerá igualmente por los pies en cuanto se le antoje, o cuando tenga que remunerar otra vez al gran pirata mediático. Pirata, parafrasearé al Rey Emérito: ¿por qué no te vas?
Que esto iba de cabeza hacia una dictadura lo veía cualquiera, y también que pocos se atreverían a plantarse. Lanza el autócrata enloquecido a la prensa sanchista contra la prensa libre, desatando una carnicería de perros que comen perro. Se lía la manta a la cabeza el trastornado déspota y sostiene que llamar corrupta a su esposa es un ataque a las instituciones. Que deje de mentir y de alentar la violencia política (how does it feel?) Nadie confundirá a su mujer con una institución. Puede hacer desfilar a Garamendi y a los gamberos (con una erre) cantando en plan norcoreano que Begoña Gómez es una institución; puede jugar a lo que quiera, pero que no se le vaya la olla: el juego acaba, se tiene que ir a dormir y su mujer sigue siendo una ciudadana de a pie y de a Falcon, no una institución. Una justiciable sí que es. Lo único que le afeo a Milei es que no replicara antes a Sánchez por su injerencia en los asuntos internos argentinos. Cuando las elecciones presidenciales, concretamente: ultraderechista, antidemocrático. Y luego: fascista, drogadicto.