José F. Peláez-ABC

  • Hace tiempo que en la derecha hay posiciones muy poco conservadoras

Me estoy empezando a perder con la derecha de este país. Que los ejes ideológicos clásicos están rotos, es un hecho. Que la izquierda está llena de pijos y la derecha es cada vez más afín a las clases populares, otro hecho. Que la izquierda ha abandonado el discurso economicista para abanderar otro tipo de causas, es indudable. Que la derecha está atrayendo a discursos iliberales, nacionalistas e identitarios, es evidente. Pero que PP y Vox voten contra una reforma laboral que apuntala la del propio PP, lo hagan en contra del criterio de la patronal y además formen un nuevo Frankenstein junto a Bildu y ERC, creo que merece una reflexión profunda. No podemos hacer como si no hubiera pasado nada. Es muy grave y se está llegando a puntos de irresponsabilidad peligrosos.

¿En serio se está arriesgando la derecha a que esta reforma, del todo asumible, no salga adelante y que el PSOE pacte con Podemos, Bildu y ERC otra más perniciosa solo por un desgaste táctico? ¿Pero entonces a quién representan? Si ni siquiera se puede esperar de ellos que aseguren el ‘statu quo’, el ‘establishment’, la ortodoxia económica, un pseudoorden, este pacto a la europea -protegido por nuestra Constitución- que combina capitalismo con socialdemocracia y una legislación laboral consensuada con las empresas que no toca nada sustancial de la que el propio PP redactó en 2012… ¿qué se puede esperar de ellos? ¿Están dispuestos a hacer daño a los intereses de sus votantes solo por mantener una cerrazón destructiva? ¿Se están dando cuenta de que van a lograr que el PSOE sea percibido como el moderado y ellos como unos radicales con los mismos intereses que Bildu, ERC y las CUP?

Yo ya no sé qué es derecha ni qué es izquierda. Hace tiempo que en la derecha hay posiciones muy poco conservadoras, entendiendo lo conservador como lo prudente, lo sensato, lo equilibrado, lo moderado. Entiendo que la derecha tiene muchas almas, hay una derecha liberal y capitalista; otra tradicionalista, que engancha con la tradición carlista, enemiga de la libertad; y otra tecnocrática, más práctica y centrada en la gestión. Poco tienen que ver y no tienen por qué confluir. Pero si ni si quiera podemos dar por hecho que la derecha como concepto quiera asegurar un orden social, político y económico, creo que ya solo están unidos por el odio a la izquierda, siendo ontológicamente incapaces de proponer una alternativa.

La izquierda se define precisamente porque lo que hay no le vale y quiere cambiarlo. Pero si enfrente se encuentra con lo mismo, la gente sensata ya no tiene representación, todo se convierte en pancarta y reivindicación adolescente. Que la derecha va ganando y de goleada, lo sabe, sobre todo la izquierda, que es incapaz de cambiar nada ni llegando a La Moncloa, hasta el punto que apuntala la reforma laboral que tanto odia. Lo que jamás imaginé es que, ante este gigantesco acto de sumisión de la izquierda y del sanchismo, nos íbamos a encontrar con la feroz oposición… de la propia derecha.