Del Blog de Santiago González
Sopla un aire favorable a que el PSOE y el PP acuerden repartirse el Consejo General del Poder Judicial como se ha hecho toda la vida del Señor, después del amago que el doctor Sánchez hizo para dejar los 3/5 de la mayoría cualificada en mayoría absoluta, o simple, qué más da. Los socialistas y sus cómplices de Gobierno han escrito titulares memorables sobre el bloqueo del PP a la renovación del Consejo, que debía haberse realizado hace dos años. Siguen las pautas del Gobierno cubano, llamando bloqueo a lo que más bien es embargo. ¿Tiene razón el PP? Tampoco, pero hay algo todavía peor a que los dos grandes partidos se pongan de acuerdo para repartirse el gobierno de los jueces: es que sean incapaces de pactar y quiera decidirlo por sí mismo uno de los dos partidos. Pablo Casado ha puesto un obstáculo más formal que efectivo: no negociarán con Podemos. Uno les alaba el gusto, pero parece más un brindis al sol que otra cosa; los socialistas reivindicarán más vocales que el partido de la oposición y distribuirán algunos de ellos entre sus socios. ¿Incluyendo Podemos? Naturalmente. De los dos candidatos, el tío de Alberto Garzón y Vicky Rosell, los populares se negarán a que esté esta última, Sánchez la dejará caer y Casado firmará. Más o menos.
Uno de los aspectos más sorprendentes de la historia reciente de Cataluña está en el origen mismo de la nación cuyas bases fueron puestas por un notorio ladrón llamado Jordi Pujol Soley. Construir una nación para esquilmarla, eso sí que es arte. No contento con eso, predicó y extendió su ‘know how’ por sus alrededores, empezando por su familia, con un éxito notable. Recordará el lector y si no para eso estamos, que el matrimonio Pujol Ferrusola tuvo siete hijos. Nueve de familia, nueve procesados. Hubo un tiempo, ya lo tengo contado, que uno de los hijos, Josep, no tenía cuentas pendientes con la Justicia, lo que me hizo sospechar que era adoptado, aunque era tan Pujol como sus hermanos. El juez José de la Mata, de la Audiencia Nacional, propuso el 16 de julio pasado juzgar a la familia por “formar una organización criminal para enriquecerse”, prevaliéndose de su posición privilegiada en la vida catalana durante décadas.
Hay que decir que el éxito conseguido en su familia no fue extrapolable a la sociedad catalana en su conjunto, aunque en su partido, CdC sí lo fue. Hasta el tuétano, hasta los vocales que presentaban al CGPJ. Recuerden a Lluís Pascual Estevill, juez que chantajeaba a sus justiciables con la prisión provisional y fue condenado por extorsión, prevaricación, cohecho y detención ilegal. También fue miembro del Consejo de 2001 a 2008, Alfons Tena, notorio notario que en su condición de tal, hacía trampas como fedatario dejando números en blanco. ¿Cómo olvidar, en fin, a Mercè Pigem Palmés, diputada de Convergencia durante tres legislaturas, aunque en el Consejo apenas estuvo dos años. Carlos Lesmes la obligó a dimitir en 2014 después de descubrírsele en el bolso 9.500 euros que intentaba pasar desde Andorra. Su hermana llevaba 10.600. Ninguno de los dos grandes partidos nacionales afearon a Convergencia haber colocado a estos vocales. No sé si se entiende.