Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Parece ser que Voltaire nunca la dijo, pero es una frase muy conocida que se le suele atribuir a él. Más o menos dice así: «Estoy en desacuerdo con lo que dice, pero defendería con mi vida su derecho a expresarla». Viene a cuento, o así, tras la intervención de la vicepresidenta segunda, que se ha convertirlo en un auténtico filón para los comentaristas ávidos de estas declaraciones bobas, que dichas por ella alcanzan un aura de estúpida brillantez. A la señora Díaz le parece un escándalo que los restaurante estén abiertos en España a deshoras y den de cenar a la una de la madrugada. No me verá a mí cenando a esas horas, ni en un restaurante trasnochador ni en ningún otro sitio. No ceno tarde porque luego duermo mal. Y, no siendo malévolo, imagino que lo dice porque los horarios españoles son demasiado tardíos y eso influye en el ordenamiento laboral y en nuestras prestaciones, además de que trasnochar sea más insano que madrugar, aunque también suele ser más divertido.
Muchas gracias por su maternal preocupación. Es enternecedor, pero, como diría Patxi López: «Y a usted qué le importa». No me verá cenando a esas horas pero si fuera alcalde, nunca mandaría a la Policía municipal a cerrar un bar que sirviera cenas de madrugada, ni llevaría al calabozo al grupo de amigos y amigas que hubieran decidido utilizar esa posibilidad y estuviesen a esa hora centrados en la fase intermedia y normalmente desafinada que media entre los tradicionales cantos regionales y los absurdos insultos al clero. Justo antes de que un incipiente dolor de cabeza te recuerde que mañana debes madrugar.
La idea es tan boba que ha sido contestada con pullas más o menos hirientes por personas tan dispares como la señora Ayuso, máxima defensora del abigarrado gremio de los taberneros, o su colega del Consejo de Ministros el señor Hereu. El responsable del Turismo ha visto los bares llenos y ha asegurado que «no está por levantar debates vacíos».
Pero esa no es su mejor aportación de estos días al creciente montón de tonterías. La mejor fue que en plena ‘Koldosfera’ se mostró indignada y contraria a la concesión de indultos a políticos malversadores. Lo hizo justo unos meses después de haber aprobado la concesión de indultos a los malversadores del ‘procés’ y -como alguno de ellos se escapó y quedó libre-, unas horas antes de aprobar la amnistía y extenderla a todos ellos. Si la señora Díaz no se puede contener, alguno de sus múltiples asesores debería hacerle la caridad de apagar el micrófono, justo antes de que se lance, impetuosa, a hacer el ridículo.