Santiago González, EL MUNDO, 13/6/12
Ahora resulta que el Gobierno de Noruega ha tenido recientemente a pensión completa a dos dirigentes de ETA durante dos meses. Pla y Sorzabal esperaban allí a que el Gobierno español, ya presidido por Rajoy, enviara una respuesta a su propuesta de negociación.
No ha ido nadie a recoger el guante, pero eso no quiere decir que los etarras se hayan sentido solos. Para aliviarles la espera fue de visita ‘Josu Ternera’, un prófugo de la Justicia en espacio Schengen. No es verosímil que el Gobierno noruego ofreciera tal hospedaje a miembros de ETA si no contara con el beneplácito, tácito o expreso, del Ejecutivo español. Bien es verdad que el respeto internacional que de unos años a esta parte concita España no va a impresionar a británicos ni a argentinos, pero si el Ministerio de Exteriores no estuviera por la labor, no tendría margen para hacerse el sueco: habría nota diplomática.
Bueno, nunca se sabe. Cuando ETA le reventó al PSOE su proceso de paz con el aparcamiento de la T-4, Zapatero le dijo en entrevista al director de este periódico que siguió las conversaciones atendiendo al «deseo de instancias internacionales […], que tenían toda la buena voluntad de que pudiera verse la luz al final del túnel». Las instancias internacionales eran el Gobierno de Noruega, y, sobre todo, el Sinn Féin.
Uno de los errores más notables del Estado ha sido permitir a los etarras la ilusión de vivir un conflicto internacional. El error fundacional en este campo fue llevar el plan de paz al Parlamento Europeo en 2006. El debate, que partió en dos a la Cámara, tuvo como observadores invitados a los dirigentes de un partido ilegalizado tres años antes por el TS, y se produjo al día siguiente de que ETA internacionalizara su conflicto por su cuenta asaltando una armería en Vauvert.
Ha habido más. Brian Currin y su grupo internacional de contacto, Kofi Annan y sus mediadores internacionales y ya todo es el no parar. Y ahora esto. El Gobierno del PP no ha reparado en que con su complacencia actual se condena retrospectivamente. Raramente se ha curado a un paranoico estimulando sus fantasías, aunque sería un hermoso final para ETA un parque temático en el Ministerio de Exteriores noruego, al estilo del que soñó Berlanga para la escena última de Patrimonio Nacional. Josu Ternera y su propio vástago quedarían bien en los papeles de Escobar y López Vázquez, ambos con bata y sentados en sillones isabelinos, con dos perros gran danés para completar el grupo. Mientras, Eguiguren, en el papel de Goyo, va orientando a los turistas japoneses, a los que les ha sacado cuatro euros por barba y les señala: «Marquis of Leginetxe and son, end of the saga». De grandes daneses podrían hacer ‘Txeroki’ y ‘Mikel Antza’. Sería la última gran españolada, qué pena que Bergamín no pueda verla.
Santiago González, EL MUNDO, 13/6/12