El Correo-KEPA AULESTIA

Pablo Iglesias se equivocó ayer, a la salida de la cárcel de Lledoners, cuando emplazó al presidente Sánchez a moverse en el tema de los independentistas presos

El encuentro que ayer mantuvieron Pablo Iglesias y Oriol Junqueras en la cárcel de Lledoners parecía ideado con el fin de succionar el resto de la actualidad política. La combinación para ello era perfecta, sobreexposición y enigma. Claro que no es nada nuevo. Son los ingredientes con los que la crisis catalana se ha impuesto como monotema del país en los últimos años. Una cumbre entre dos líderes indiscutidos en sus respectivos partidos, celebrada entre barrotes de excepcionalidad, confería a la cita un halo histórico, aunque no sirviera para nada. El motivo de la reunión aparecía difuso, queriendo o sin querer. Iglesias señalando que era Junqueras el anfitrión, presentando como rasgo de normalidad que se hablara de Presupuestos. Portavoces de En Comú Podem poniendo el acento en esa misma intención. Menciones de pasada a la conformación de candidaturas reforzadas de cara a las municipales en Cataluña y, por qué no, ante un eventual adelanto de las autonómicas. En la cultura política de Podemos, hablar de todo forma parte de la propia estrategia. En la cultura política de ERC, siempre se corre el riesgo de no hablar de nada en concreto.

Lledoners pudo responder ayer al deseo de Sánchez de adormecer a una parte del independentismo. Pudo responder al propósito de Iglesias de postularse como interlocutor esencial para la continuidad de la legislatura. Pero pasarán semanas antes de que se conozcan sus resultados; y no solo respecto a la tramitación de los Presupuestos generales para 2019. La sobreexposición permitió ayer a Iglesias y a Junqueras situarse a la altura de Sánchez; muy por encima de Puigdemont, pero también de Casado y de Rivera. Todo lo demás debió quedar a merced del ‘mago de Galapagar’, que se creería capaz de aturdir al propio líder de ERC y de encantar a ‘los jordis’. Confiado en que si bien en estos momentos el socialismo necesita de la sintonía con Podemos para hacerse valer, en tanto que sea Pablo Iglesias quien se haga valer como interlocutor de todo lo que se mueve a su izquierda, los socialistas podrían encontrarse con un problema.

Iglesias y Podemos necesitan abrir una ‘tercera vía’ en medio de la ‘tercera vía’ que trata de procurarse Pedro Sánchez frente a la crisis catalana. Un empeño en el que no le basta con mostrarse más empático respecto a la suerte de los políticos presos o al del derecho a decidir. Iglesias necesita dotarse de una vía propia que parezca realizable. Y ahí se topa con el independentismo también de ERC. El mensaje que los de Junqueras quisieron fijar ayer –no habrá negociación si Pedro Sánchez no se mueve a favor de los secesionistas presos– resta posibilidades al líder de Podemos. A base de reivindicar las Cuentas de Sánchez como propias, en estos momentos se encuentra más atado a su aprobación que el propio presidente. Los socialistas podrían justificar su eventual rechazo deplorando la cerrazón independentista. Lo que dejaría al proceloso Iglesias a la intemperie, sin que pudiera hacerse valer ni en una hipotética continuidad de la legislatura mediante prórroga presupuestaria, ni ante un adelanto electoral.

Entre la sobreexposición y el enigma, hay un episodio que es obligado rememorar en su aniversario. En la noche del 26 de octubre de 2017, Carles Puigdemont estuvo decidido a convocar elecciones anticipadas. El entonces consejero y después orillado Santi Vila le disuadió de firmar la convocatoria en la madrugada de aquel 27 de octubre, convenciéndole para que, por decoro, lo hiciera por la mañana. Horas que aprovecharon Oriol Junqueras y Marta Rovira –hoy autoexiliada– para hacer de su oposición a aquella rendición poco menos que una causa por traición contra Puigdemont. Junqueras pena íntimamente por aquel inmenso error, inexplicable cuando parece haberse erigido en la única esperanza para la rectificación independentista. Pero lo ocurrido hace ahora un año ofrece una imagen muy elocuente de la naturaleza imprevisible de ERC. No menos imprevisible que el resto del independentismo. Por el momento Pablo Iglesias no cuenta con mejor aliado que Pedro Sánchez, y es improbable que pueda encontrarlo en Cataluña fuera de En Comú. De ahí que se equivocara ayer, a la salida de la cárcel de Lledoners, al emplazar al presidente del Gobierno a que se mueva en el tema de los independentistas presos.