Tonia Etxarri-El Correo
Transitando por la opacidad gubernamental mientras se piden explicaciones. Esa es la foto fija del túnel de La Moncloa desde que el apagón sin precedentes nos dejó el pasado lunes a buena parte del país a la luz de las linternas, incomunicados y colgados de la radio analógica en los tiempos muertos de incertidumbre. Normalmente, cuando aparece algún ‘cisne negro’ que provoca un impacto masivo, la petición de una rendición de cuentas suele correr a cargo de la oposición y la prensa libre. Porque se espera que los gobiernos, si no tienen respuestas, al menos no escurran el bulto. Normalmente. Pero en esta legislatura todo es diferente. A Pedro Sánchez le costó seis horas aparecer y otras veinticuatro dar con un chivo expiatorio para sacudirse de encima las responsabilidades de semejante fiasco. Y ahora que ya tiene en la diana a las eléctricas privadas, se ha puesto a la cabeza de la manifestación de quienes piden aclaraciones. A él, que tiene colocada a la socialista Beatriz Corredor en la presidencia de Red Eléctrica, que le registren.
Se tardará en dar con el origen del problema si los dictámenes de los expertos no son del gusto del presidente del Gobierno, quien reconoce que no sabe qué pasó pero ya se aventura a despreciar la energía nuclear. Vaya por Dios. Las primeras impresiones de muchos especialistas van por el lado opuesto. Todos coinciden en señalar al exceso descontrolado de implantación de la energía renovable como una de las causas del apagón. Y un aviso: el sistema no está preparado para sostener un cambio tan drástico como el que se ha llevado a cabo en España en los últimos años.
Pero Pedro Sánchez, con la inestimable ayuda de la exministra Teresa Ribera, planificó un sistema de energía con «demasiado mesianismo renovable». El entrecomillado es copyright del exministro socialista Jordi Sevilla, que recomienda no ser tan esquemáticos y adaptarse al nuevo mix de generación. Es decir: que la vía más segura para garantizar un suministro eléctrico sostenible es utilizar las renovables, desde luego, pero complementadas con la energía nuclear. El expresidente de Red Eléctrica sabe de lo que habla. Las energías fotovoltaicas y eólicas, precisamente por su dependencia del sol y del viento, no pueden garantizar el suministro por sí solas.
También Sánchez Llibre, desde la presidencia de la patronal catalana Foment del Treball, ha emplazado a Sánchez a que no prescinda de las nucleares. En Euskadi, Aitor Esteban ha intentado salirse por la tangente diciendo que no tiene sentido señalar a nadie a la hora de buscar responsabilidades. Se lo tendrá que decir a Pedro Sánchez, que es quien ha señalado a las eléctricas con su dedo acusador. Y el PNV, ¿de las nucleares, qué? Ez, eskerrik asko.
Pero el debate está servido. Y habrá que afrontarlo con la misma tranquilidad con que se abordó en el Parlamento Europeo cuando incluyó el gas y la energía nuclear dentro de la taxonomía verde. Sin banderas, ni partidos. Puro pragmatismo. Menos ideología y más tecnología, que diría el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz. ¿Cuál fue la causa del apagón del lunes? Sigue el apagón informativo. Y necesitamos luz.