Luis Ventoso-El Debate
  • La protesta de ayer de Colón estuvo bien —quién le diera a la izquierda reunir a tanta gente—, pero aun así sabe a poco ante la situación que atraviesa España

Si optamos por la botella medio llena, la protesta que ha llenado Colón en defensa de la unidad de España y su democracia no ha estado mal. Se completó de largo el aforo de la plaza, a pesar de que llovió. Comparado con la gente que reúnen los decrépitos sindicatos el 1 de mayo, o con aquella yayo-manifestación de menos de 4.000 personas del «Pedro quédate» de hace un año, lo de Colón ha estado bien. Una marcha anti Mazón que hubiese congregado a tanta gente recibiría trato VIP en los telediarios del régimen (que orillaron la de ayer).

Y, sin embargo, siendo sinceros hemos de reconocer que la protesta sabe a poco ante la situación que sufre España. En solo dos semanas ha habido de todo, una catarata de disparates que se unen a una larga retahíla que comenzó en 2018, cuando un altivo peligro público tomó el poder con 84 diputados y suplantando la voluntad popular.

Nos han fundido los plomos, a toda España y al vecino Portugal, debido a una aplicación fanática e imprudente de un obsesivo credo verde. Pero además, el Gobierno desapareció durante seis horas en plena angustia de la población. Y cuando reapareció fue para la habitual cascada de mentiras, escaqueo y mixtificaciones orwellianas: la culpa es de las malvadas eléctricas (falso), las renovables no tuvieron nada que ver (falso), las nucleares no arreglan nada y son carísimas (falso), en España no hay uranio (falso), el apagón es la prueba de que tenemos un maravilloso sistema eléctrico (falso y delirante), la hipótesis del ciberataque sigue ahí (falso y desmentido en el minuto uno por la propia Red Eléctrica).

Por si esto fuese poco, solo unos días después, el Gobierno acuerda con el delincuente fugado Puigdemont que Cataluña reciba el 25 % de las ayudas contra los aranceles, en una nueva y flagrante discriminación del resto de los españoles respecto a los catalanes. Además, el supuesto presidente de España se refiere en Barcelona a Cataluña y España como dos países diferentes.

Pero hay más. El portavoz del PSOE en el Congreso, Pachi López, al no ser el más listo de la clase confiesa ya a las claras que no habrá presupuestos, incumpliendo el mandato de la Constitución. En paralelo, el infame ministro de Justicia se dedica a arremeter con saña contra el juez que investiga los negocietes nepotistas de la mujer de su jefe, el presidente del Gobierno.

Ante una tomadura de pelo de tal calibre, lo de ayer en Colón sabe a poco. Es necesario empujar más. Organizar las cosas con tiempo y anunciarlas mejor, buscar oradores de mayor tirón y peso, contar con un apoyo más entusiasta de los partidos contrarios a la autocracia. Y es que si seguimos así, sin salir a la calle con auténtica fuerza y con una oposición floja y a bofetadas, todavía podemos sufrir una carambola trágica en 2027 que nos deje de nuevo en manos de la «coalición progresista». Es decir, una cronificación del Frente Popular 2, con el posible final del modelo de derechos y libertades y de la propia unidad de España.

Cada pueblo tiene lo que cosecha. La cura de nuestro país está en nuestras manos. Pero… quién sabe, igual al final resulta que somos masocas.