Jesús Cuadrado-Vozpópuli
- No puede funcionar una narrativa en la que el jefe de la trama debe ser identificado como el que va a hacer la limpia
En la reunión del sábado, el Partido Socialista organizó una representación teatral destinada a enmascarar lo obvio: Sánchez, Ábalos y Cerdán han sido el trío inseparable en las prácticas de corrupción política y económica que están destruyendo el país. Me engañaron, dijo. No hay guionista capaz de hacer creer al público que los dos secretarios de Organización encausados eran unos infiltrados, descubiertos y expulsados por su amigo Pedro, al que dejaron con “el corazón tocado”. Del ridículo no se vuelve, “doctor”
El condenado por terrorismo Gonzalo Boye, abogado de Puigdemont y redactor de la ley de “autoamnistía” que dictó a Cerdán en Suiza, ha escrito en La Vanguardia que Sánchez “no se irá, aunque caerá”. Sabe de qué habla. Los aspavientos sainetescos del número uno en el cónclave socialista le dieron la razón: está políticamente muerto y ha perdido el sentido de la realidad. Para escenificar una “purga” de pacotilla, eligió al azar -pinto, pinto, gorgorito- un núcleo duro de Cerdán a la carta, una suerte de “te tocó, compañero”. Y, obviamente, no le cree nadie.
Imposible quitarle al Comité el pestazo a incienso de funeral. Más aún si se le añaden las declaraciones de Otegi y compañía, buitres al acecho de la presa en estado agónico. Exigen acelerar la “plurinacionalidad” y todas las cesiones pendientes. Para dar credibilidad al zafarrancho, ahí está Zapatero -la sonrisa del régimen-, desde Waterloo: ¿qué parte del Estado hay que ceder? Secesionistas y bilduetarras les controlan hasta el punto de ponerle a Cerdán el abogado, un independentista que pretendía que sus mítines en el Tribunal Supremo fueran televisados en prime time.
Por analogía con lo ocurrido con el Partido Socialista francés, su destino es convertirse en grupúsculo de un conglomerado de organizaciones unidas por un único objetivo común: “que no gobierne la derecha”
La performance fabricada para el Comité resultó un fiasco y la escenificación “pongan cara de estamos en shock”, un vodevil. No puede funcionar una narrativa en la que el jefe de la trama debe ser identificado como el que va a hacer la limpia. Es como si se encargara a Al Capone redactar las leyes contra el crimen organizado. Por buenos que sean los bullshitters de Moncloa y sus ecos en las tertulias, no hay arreglo posible. Para la operación “seguir, aunque se hunda el mundo”, lo que se vio en el Comité del sábado no sirve de nada frente a la contundencia de tribunales, policía judicial e investigaciones de la prensa libre.
La imagen ovina de un Comité seleccionado por Sánchez, Ábalos y Cerdán desvela qué futuro le espera al Partido Socialista Obrero Español. Por analogía con lo ocurrido con el Partido Socialista francés, su destino es convertirse en grupúsculo de un conglomerado de organizaciones unidas por un único objetivo común: “que no gobierne la derecha”. El mismo proceso se ha podido comprobar en las primarias de la izquierda en Chile con una victoria de la candidata comunista sobre la socialista por goleada. La alianza con el Partido Comunista -para “que no gobierne la derecha”- ha llevado al Partido Socialista chileno a la insignificancia. Por ese despeñadero de “la unidad de la izquierda” se precipita sin remedio el PSOE.
Desafío nacional de Feijóo
El mismo día del Comité, el Partido Popular iniciaba su 21 Congreso. Tras ver al PSOE hacerse el harakiri, el reto para Núñez Feijóo es la ampliación de la base electoral. Ha declarado que esta partida no va de derecha-izquierda y le dan la razón todos los estudios de opinión coincidentes en que al menos la mitad de los votantes socialistas rechazan las posiciones políticas de Sánchez, desde la amnistía a la guerra declarada a los jueces.
Pero cuidado con la trampa “que no gobierne la derecha”, aún activa como último cartucho del sanchismo. En esa táctica se inscribe la reacción de las feministas del PSOE que, como en el pacto de Oscar López con el acosador condenado en el caso Nevenka, solo reaccionan cuando detectan daños electorales. En esto y en todo, Feijóo deberá asumir las consecuencias de una agenda ideológica de Sánchez siempre alejada de las principales preocupaciones de los españoles, como vivienda, inmigración descontrolada o la falta de mantenimiento de las infraestructuras básicas, incluidos ferrocarril y red eléctrica.
Feijóo deberá demostrar que es más que un eslogan su declaración “se acabó que manden las minorías”, un objetivo que comparten una inmensa mayoría de españoles. Librarle a España de ese tumor, y volver a la vereda del 78, exige decisiones a las que se opondrán con fuerza PNV y la antigua CiU, que por supuesto no quieren adelanto electoral. Pero no hay otra opción si, como ha declarado en el Congreso, quiere “un cambio de raíz en España”.